Charlie Brooker, creador de Black Mirror, comenta sobre la sorprendente velocidad con la que la tecnología de la serie se ha hecho realidad, y reflexiona sobre las implicaciones distópicas de este avance.
La séptima temporada de Black Mirror, estrenada en abril de 2025, ha vuelto a generar un intenso debate sobre la relación entre la tecnología y la sociedad. Su creador, Charlie Brooker, en una reciente entrevista, ha expresado su asombro ante la rapidez con la que algunas de las tecnologías que imaginó para la serie se han materializado en la vida real. Si bien Brooker ha aclarado que Black Mirror no pretende ser una advertencia profética, sino una exploración de sus propias inquietudes sobre el futuro, la coincidencia entre ficción y realidad es innegable y preocupante.
Uno de los ejemplos más claros es el episodio "Be Right Back", donde una mujer utiliza una IA para recrear la personalidad de su difunto esposo. Brooker señala, con una mezcla de asombro y cinismo, que ahora existe un servicio que ofrece algo similar. Este hecho, junto a otros avances tecnológicos, le ha llevado a reflexionar sobre el vertiginoso ritmo del progreso tecnológico y sus implicaciones.
Brooker destaca la estrecha conexión entre la comedia y el horror, argumentando que esta es una de las razones por las que muchos comediantes se adentran en el género del horror. Para él, ambas emociones están intrínsecamente ligadas, y el avance tecnológico, con su potencial para el bien y el mal, alimenta ambas.
La normalización de escenarios tecnológicos previamente considerados ciencia ficción es otro de los puntos que preocupan a Brooker. Cita como ejemplo el servicio de protección personal Protector, lanzado en Los Ángeles, y lo describe como "distópico", señalando su potencial para ser utilizado con fines ilícitos. Esta inquietud se extiende a la presencia de ejecutivos tecnológicos en la investidura de Donald Trump, un hecho que, aunque no le sorprende, le genera una profunda decepción.
La serie también ha generado polémica por sus personajes. Brooker aclaró que, a pesar de las similitudes entre el personaje de "Mona Javadi" y la directora de contenidos de Netflix, Bela Bajaria, no existió intención de ofenderla. La creación del personaje, inicialmente masculino, se modificó para ser interpretado por Leila Farzad, quien, según Brooker, representaría mejor a una "malvada plausible".
En resumen, el regreso de Black Mirror ha revitalizado el debate sobre el futuro de la tecnología y su impacto en la sociedad. La capacidad de Brooker para anticipar tendencias tecnológicas y su capacidad para tejer relatos que exploran las complejidades morales de la innovación tecnológica convierten a la serie en una herramienta para la reflexión crítica sobre un presente cada vez más moldeado por el avance tecnológico. La inquietud de Brooker no es sólo una preocupación por el futuro, sino una mirada lúcida y a menudo perturbadora sobre el presente.