Tras la muerte del Papa Francisco, una multitud inmensa se reúne en la Plaza San Pedro para la segunda misa de luto. El cardenal Parolin, potencial sucesor, llama a acoger el legado del Papa argentino, mientras la expectativa por el cónclave crece.
La Plaza San Pedro se convirtió en un mar de fieles este domingo. Más de 250.000 personas, principalmente jóvenes, se congregaron para la segunda misa de luto por el Papa Francisco, una cifra que obligó a cerrar los accesos horas antes del inicio de la ceremonia. Esta misa, inicialmente programada para la canonización del adolescente Carlo Acutis en el marco del Jubileo de los Adolescentes, se transformó en un emotivo homenaje al pontífice fallecido. El evento marcó un nuevo pico de emoción en el período de duelo de nueve días, las llamadas "Novendiales", que culminarán próximamente.
La celebración fue oficiada por el cardenal Piero Parolin, Secretario de Estado del Vaticano y una figura clave en la Curia. Considerado un progresista, Parolin es uno de los nombres que suenan con más fuerza para suceder a Jorge Bergoglio. Su homilía fue un llamado a la reflexión sobre el legado de Francisco, instando a la multitud a "acoger su mensaje y hacerlo vida". "Nuestro afecto por él no debe ser una emoción pasajera; debemos acoger su legado y hacerlo vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo también nosotros misericordiosos", expresó el cardenal, ante una audiencia profundamente conmovida.
El cardenal Parolin, quien trabajó estrechamente con Francisco desde su elección en 2013, describió la muerte del Papa como un momento de dolor y tristeza, pero también destacó la luz de la resurrección que ofrece el Evangelio en tiempos de oscuridad. En sus palabras, hizo hincapié en los desafíos que enfrentan los jóvenes, como la tecnología y la inteligencia artificial, recordando las enseñanzas de Francisco sobre la paz, la misericordia y la importancia de reconocer los valores del otro.
El ambiente en la Plaza San Pedro era un torbellino de emociones. Jóvenes de todo el mundo expresaron su dolor por la pérdida del Papa, a quien muchos consideraban un líder cercano y compasivo. Sin embargo, también destacaron la alegría de haber participado en el Jubileo de los Adolescentes, un evento que Francisco promovió con entusiasmo. La muerte del Papa en Pascua fue interpretada por algunos como una señal de esperanza, una perspectiva que resuena con el mensaje de resurrección central en la fe cristiana.
Tras la misa, los cardenales menores de 80 años, responsables de elegir al nuevo Papa, rindieron homenaje a Francisco en su sencilla sepultura en la Basílica de Santa María la Mayor. Desde temprano, miles de personas hicieron fila para visitar la tumba del Papa, una muestra del profundo impacto que dejó en el mundo entero. La fecha del cónclave se estima para el 5 o 6 de mayo, con 133 cardenales elegibles para participar en la votación.
El legado de Francisco, marcado por su enfoque en la inclusión, la justicia social y la defensa de los más vulnerables, seguirá resonando durante el proceso de selección del nuevo Papa. La inmensa multitud que se reunió para rendirle tributo es una prueba elocuente de su profunda influencia y el impacto duradero que tuvo en millones de personas alrededor del mundo. El futuro de la Iglesia Católica se encuentra ahora en manos de los cardenales, quienes deberán considerar este legado al elegir a su sucesor.