El regreso triunfal de Claudio García Satur: una ovación que conmovió al país

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A sus 87 años, Claudio García Satur regresó a los escenarios para un unipersonal inolvidable. La emotiva función, llena de nostalgia y recuerdos, culminó con una ovación que lo llevó a las lágrimas y conmovió a todo el país.

El Teatro Multiteatro se vistió de gala el 9 de abril de 2025 para recibir a una leyenda: Claudio García Satur. Después de más de una década alejado de las tablas, el actor de 87 años regresó para presentar “El Rolo y yo”, un unipersonal que no fue una simple función, sino un viaje nostálgico a través de su vida y la historia de la televisión argentina.

Desde el momento en que el telón se abrió, la ovación del público fue ensordecedora. Un mar de aplausos, gritos y lágrimas recibían a Satur, quien con su porte elegante y una voz cargada de emoción, se conectó con la audiencia de inmediato. No estaba interpretando un personaje; estaba compartiendo su historia, sus recuerdos de infancia, el olor a pan caliente, el sonido de las radios a la hora del radioteatro, y sobre todo, el legado de Alberto Migré, el genio detrás del inolvidable “Rolando Rivas, taxista”.

“El Rolo y yo” no fue una simple retrospectiva. Fue un homenaje a la época dorada de la televisión argentina, un ritual de memoria colectiva donde miles de espectadores revivieron la magia de “Rolando Rivas”, una serie que marcó a generaciones enteras. La sala estaba repleta de personas que habían crecido viendo a Satur en blanco y negro, y de otros que se acercaban con la curiosidad de descubrir al hombre detrás del icónico personaje.

La emoción fue palpable a lo largo de la noche. Satur, con la voz quebrada por la emoción, habló de su carrera, de sus compañeros, de los desafíos y las alegrías. El momento más conmovedor llegó cuando, abrumado por la muestra de cariño del público, el actor rompió en llanto. No fue un llanto fingido, sino un desborde de sentimientos auténticos, un llanto que reflejaba la gratitud y la profunda conexión con su público.

En ese instante mágico, Soledad Silveyra y Nora Cárpena, dos amigas y compañeras inseparables de Satur en la pantalla y en la vida, aparecieron en el escenario. Rodearon al actor con abrazos cálidos y sentidos, en una escena que conmovió a todos los presentes. El público respondió con una ovación aún más intensa, un aplauso interminable que resonó en el teatro como un himno a la gratitud y al reconocimiento.

La escena fue capturada en videos que rápidamente se viralizaron en las redes sociales, pero ninguna grabación puede plasmar la energía y la emoción de ese momento. Fue un ritual de afecto, una celebración espontánea y sincera que trascendió las tablas. Carlos Rottemberg, productor del evento, lo definió con precisión: “Lo vivido anoche fue uno de los momentos más emocionantes en mis cincuenta años en la profesión”.

Pero el regreso de Satur también trajo una advertencia. Rottemberg lamentó la falta de ficción masiva en los medios de comunicación actuales, contrastándola con la época dorada de la televisión argentina, donde se forjaron grandes talentos y series emblemáticas. “Qué pena lo que no podrá vivir la nueva generación de artistas en el futuro”, dijo, dejando una reflexión sobre la importancia de preservar la historia y apoyar la creación de contenidos de calidad.

“El Rolo y yo” no fue solo un espectáculo, fue un diálogo entre generaciones, un acto de fe y un legado. Cuando el telón se cerró, el público permaneció en sus asientos por un instante, como si quisiera prolongar ese sueño de nostalgia, emoción y gratitud. Claudio García Satur, en una sola noche, le recordó al país quién fue y quién sigue siendo: una leyenda viviente.

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