Renato Rossini Jr., conocido por su participación en "El Gran Chef Famosos", ingresó a la casa de Gran Hermano Argentina generando controversia desde el primer momento. Su comparación de su ingreso al reality con la admisión a Harvard fue solo el comienzo de una serie de incidentes que culminaron en su eliminación con un récord histórico de votos negativos: un aplastante 92.3%. Desde comentarios despectivos hacia un compañero con celiaquía hasta acusaciones de acoso por parte de varias compañeras, la estadía de Rossini Jr. estuvo marcada por la polémica. Estas acusaciones, que generaron tensión y división dentro de la casa, fueron el catalizador de su rápida caída en la preferencia del público. El apoyo de su madre, Claudia Carrillo, a través de mensajes en redes sociales, no logró mitigar el rechazo generado por sus acciones. La gala de eliminación fue tensa. Mientras sus compañeros, incluyendo a Keila Sosa, Luciana Martínez, Martina Pereyra y Ulises Apóstolo (quien manifestó su alivio de manera dramática), eran salvados uno a uno, la expectativa crecía por el enfrentamiento final entre Rossini Jr. y Santiago "Tato" Algorta. El resultado fue contundente: el 92.3% de los votos condenaron al modelo peruano, dejando a Algorta con solo un 7.8%. Este porcentaje récord no solo generó un debate en las redes sociales, donde Rossini Jr. fue calificado como el participante "más odiado" de la historia del programa, sino que también reavivó conversaciones sobre el acoso y el comportamiento inaceptable en los realities de televisión. A pesar de las disculpas públicas ofrecidas por Rossini Jr. días antes de su eliminación, donde reconocía su arrogancia y pedía perdón, el daño ya estaba hecho. Su salida del programa deja un precedente importante sobre la responsabilidad de los participantes y la capacidad del público para exigir un comportamiento respetuoso. El caso de Renato Rossini Jr. en Gran Hermano Argentina sirve como un ejemplo de cómo las acciones dentro de un reality show pueden tener consecuencias trascendentales, no solo para el participante involucrado, sino también para la percepción del programa y la conversación pública sobre temas importantes como el acoso y la intolerancia.