La ciudad de Florencia aún sentía el impacto del incidente ocurrido en el mismo estadio Artemio Franchi tres días antes, cuando el mediocampista de la Fiorentina, Edoardo Bove, sufrió un colapso durante un partido de Serie A contra el Inter de Milán. El joven de 22 años, afortunadamente recuperándose favorablemente y consciente desde el lunes, había expresado su deseo de que el partido de Copa Italia contra Empoli se llevara a cabo, a pesar de las consideraciones para su posible aplazamiento. Este deseo se convirtió en un poderoso símbolo de unidad y fortaleza para el equipo. El ambiente en el estadio fue palpable. Numerosas pancartas con mensajes de apoyo a Bove inundaron las gradas, incluyendo una enorme con el número 4, su dorsal. Incluso Emmanuel Ekong, quien marcó el primer gol para Empoli, levantó cuatro dedos en un gesto de solidaridad. La dedicación del equipo era evidente, jugando con el peso de la situación y la presión emocional en sus hombros. El partido en sí fue un sube y baja de emociones. Empoli tomó una ventaja temprana con un gol de Ekong a los 4 minutos, aprovechando un error defensivo de Lucas Martínez Quarta. Fiorentina, sin embargo, demostró su resiliencia. Moise Kean, quien había golpeado el poste en la primera mitad, logró el empate al minuto 59. Posteriormente, Robin Gosens concretó la remontada al minuto 70, tras una desviación en su remate. La alegría Fiorentina, sin embargo, duró poco. Sebastiano Esposito igualó el marcador para Empoli al minuto 75, llevando el partido a la tanda de penales. La tensión se cortó con un cuchillo. Ekong falló su penal por Empoli, pero Fiorentina también falló dos intentos cruciales: el de Luca Ranieri fue detenido por el portero, y Moise Kean envió el balón por encima del travesaño. Finalmente, Esposito anotó el penal decisivo, otorgando la victoria a Empoli y su pase a los cuartos de final donde se enfrentará al ganador entre Juventus y Cagliari. El 4-3 final reflejó la fragilidad y la tensión que caracterizaron a toda la noche. La derrota de Fiorentina no solo es un revés deportivo, sino también una muestra de las dificultades que un equipo debe afrontar cuando se enfrenta a situaciones personales tan complejas. La fortaleza y determinación de Bove, y el apoyo de su equipo, dejaron una marca inolvidable en el partido, trascendiendo el resultado final. El incidente sirve como un recordatorio del profundo impacto que el fútbol tiene en la vida de los jugadores y la importancia de la solidaridad ante la adversidad.