El mate conquista la Fórmula 1: Colapinto le enseñó a Albon el arte de la infusión argentina
Franco Colapinto, el joven piloto argentino que está causando furor en la Fórmula 1, no solo está dejando su huella en las pistas, sino también en la cultura de sus compañeros de equipo. En un video que se viralizó rápidamente, Colapinto le enseñó a su compañero de Williams Racing, Alex Albon, las delicias del mate, la bebida tradicional argentina.
Albon, con su típica curiosidad, se mostró inicialmente desconcertado por la infusión. La primera pregunta que se le vino a la mente fue: “¿Usamos la misma bombilla?”. Tras la respuesta afirmativa de Colapinto, el piloto tailandés tomó el mate con cierta cautela, pero no tardó en cometer un error común entre los principiantes: comenzó a mover la bombilla.
“¡No, no muevas eso! Esto no se toca porque desacomodas todo y se mueve por todos lados. Solo tomás. El agua no está tan caliente, pero es lo que podemos hacer acá”, le explicó Colapinto con paciencia. Albon, con la bombilla en su boca, experimentó por primera vez el sabor del mate. Su reacción fue bastante positiva: “A ver, no está mal. Lo entiendo, puedo entender el porqué. Estaba menos amargo de lo que esperaba. Estuvo bien. Puedo entender cómo hay tanta cafeína ahí”.
La escena completa muestra el entusiasmo de Colapinto por compartir su cultura con su compañero de equipo y la receptividad de Albon ante la experiencia. El video, que se convirtió rápidamente en viral, demuestra cómo las tradiciones argentinas llegan a los rincones más inesperados del mundo, incluso a los garajes de la Fórmula 1.
Más allá del mate, Colapinto está demostrando su talento al volante, y con cada carrera que pasa, sus fanáticos argentinos se ilusionan con verlo escalar posiciones en el mundo del automovilismo. La combinación de su pasión por la velocidad y sus raíces argentinas lo convierte en un personaje único y querido por todo el público.
El mate, por su parte, sigue conquistando paladares en el mundo, y con Colapinto como embajador, su popularidad parece no tener límites.