Un año sin Silvina Luna. La fecha se acerca, y mientras el mundo sigue girando, para quienes la conocieron el vacío que dejó su partida prematura permanece. Las amigas que la acompañaron durante su lucha contra la enfermedad que la aquejó, producto de las intervenciones de Aníbal Lotocki, recuerdan su autenticidad, su fuerza y el camino espiritual que la ayudó a afrontar el dolor.
Victoria Rodríguez, íntima amiga de Silvina desde sus comienzos en el mundo del modelaje, recuerda su energía vital: “Era una chica que vivía a pleno, visceral y enamoradiza”. Juntas compartieron momentos inolvidables, desde desfiles en el interior hasta tardes de risas y confidencias. “Teníamos 22 años más o menos y a esa edad lo que más nos gustaba era compartir desfiles en el interior y salidas, ir a comer y quedarnos a dormir en la casa de la otra, era todo diversión y no había preocupaciones”, recuerda Victoria.
Silvina, a pesar del dolor físico que la acompañó durante años, se aferró a su esencia. “Ella no estaba enojada con lo que le estaba pasando, su camino la ayudó a aceptar, se hizo cargo y no estaba enojada con la vida, tenía momentos de tristeza, pero mirando para adelante con una sonrisa y con fuerza”, cuenta Victoria.
Sin embargo, la enfermedad le arrebató un sueño que Silvina tanto anhelaba: ser madre. “Tener hijos. No fue así, tristemente no lo pudo cumplir, pero tampoco estaba mal por eso, estaba enfocada en curarse y tratarse, eso lo había postergado para tener una mejor calidad de vida porque era incompatible la maternidad en ese contexto”, confiesa Victoria.
Milca Gili, otra amiga cercana a Silvina, recuerda su fortaleza y su capacidad de inspirar a quienes la rodeaban. “Tenía un estilo de vida sano, de agradecer, de no hacerse problema y tener paz. Por sus adversidades, vivía con gratitud y lo demostró, eligió esa forma de vida y era auténtica. El enojo lo trabajó y lo transformó, hizo el curso de coaching y era muy buena para hablar, ayudar y escuchar”, relata Milca.
A pesar del dolor, el recuerdo de Silvina permanece vivo en el corazón de sus amigas. “Ella siempre está, en algún regalo que le hizo a mi hijo, en alguna foto que me recuerda Google o en el sueño de alguna de las chicas. Fue tan injusto y triste el sufrimiento, los dolores... sentía dolor en su cuerpo y en una chica tan joven, tan linda, con tanta vida, tan hermosas”, agrega Milca con la voz entrecortada.
Silvina Luna dejó una huella imborrable en la vida de quienes la conocieron. Su lucha contra la adversidad, su autenticidad y su espíritu indomable inspiran a seguir adelante, a luchar por los sueños y a vivir con pasión cada instante.