América Latina se siente relegada como prioridad para los Estados Unidos, quienes enfocan su atención principalmente en temas de migración y narcotráfico. Además de castigar y sacudir a sus aliados, abren las puertas y apaciguan a enemigos que solo traen caos a la región, como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
América Latina ha sido históricamente una región ambivalente en las relaciones con Estados Unidos. Si bien comparte cercanía geográfica y vínculos culturales, su peso en la agenda internacional norteamericana siempre ha sido limitado. A pesar de compartir objetivos comunes en temas como el crecimiento económico, la democracia y la seguridad regional, la falta de atención y prioridad ha sido una constante en las relaciones entre ambos bloques.
En muchas ocasiones, los Estados Unidos han relegado a América Latina a un segundo plano, centrándose en temas de migración y narcotráfico. Esto ha dejado de manifiesto que, para la superpotencia norteamericana, nuestra región no es una prioridad estratégica. Mientras se dedican grandes recursos y esfuerzos a la lucha contra el narcotráfico y la migración, otros asuntos de relevancia para el continente quedan en el olvido.
Esta falta de atención por parte de Estados Unidos se ha traducido en un trato diferencial hacia los aliados de la región. En ocasiones, se han implementado políticas punitivas que afectan negativamente a los países latinoamericanos, mientras se abren las puertas y se apaciguan relaciones con enemigos regionales como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Este doble rasero genera frustración y desconfianza entre los países latinoamericanos, que sienten que sus intereses no son tomados en cuenta ni considerados por la superpotencia.
Es necesario que Estados Unidos reconsidere su enfoque hacia América Latina y otorgue mayor importancia a las relaciones bilaterales. La región tiene mucho que ofrecer en términos de comercio, inversión, cooperación y estabilidad. Además, abordar de manera integral los desafíos comunes como la migración y el narcotráfico requerirá de un enfoque colaborativo y coordinado entre ambas partes.
América Latina no puede ser vista únicamente como un problema para Estados Unidos, sino como una oportunidad para fortalecer la seguridad y prosperidad en toda la región. Es necesario superar los estereotipos y prejuicios que han limitado la atención y prioridad hacia nuestra región y reconocer que la estabilidad y el desarrollo en América Latina son de interés mutuo.
En conclusión, la falta de atención de Estados Unidos hacia América Latina, limitándola a temas de migración y narcotráfico, y el trato desigual hacia sus aliados, son factores que generan descontento y desconfianza en la región. Es fundamental que ambas partes trabajen en una relación más equitativa y cooperativa, donde se promueva la estabilidad, el desarrollo y la prosperidad para toda América Latina.