Científicos argentinos desarrollan una técnica que permite almacenar grandes cantidades de información en moléculas de ADN, revolucionando la capacidad de almacenamiento digital.
Un grupo de científicos argentinos ha logrado un avance revolucionario en el campo del almacenamiento de información digital. Mediante una técnica denominada 'almacenamiento en ADN', han conseguido almacenar grandes cantidades de información en moléculas de ADN, superando las limitaciones de los métodos de almacenamiento tradicionales.
El ADN, la molécula que contiene las instrucciones genéticas de los seres vivos, ha demostrado ser una herramienta muy poderosa para la conservación de información a largo plazo. Su capacidad de almacenamiento es increíblemente alta, ya que se estima que un solo gramo de ADN puede almacenar hasta 215 petabytes de datos, es decir, alrededor de 14 millones de películas HD.
La técnica de almacenamiento en ADN consiste en codificar la información digital en secuencias de nucleótidos, las unidades básicas del ADN. Mediante un complejo proceso de síntesis y posterior secuenciación, los investigadores pueden recuperar la información almacenada en el ADN y convertirla nuevamente en datos digitales.
Uno de los principales desafíos para los científicos ha sido lograr una codificación eficiente y confiable de la información en el ADN. Para ello, han desarrollado algoritmos especializados que permiten asignar las secuencias de nucleótidos de manera eficiente, optimizando así el espacio de almacenamiento. Además, han implementado técnicas de corrección de errores para garantizar la integridad de los datos almacenados.
Esta nueva forma de almacenamiento promete revolucionar la industria de la tecnología, ya que aumenta drásticamente la capacidad de almacenamiento disponible. Además, el ADN es una molécula extremadamente estable y resistente, por lo que los datos almacenados podrían conservarse durante miles de años sin deteriorarse.
El almacenamiento en ADN presenta un gran potencial en diversos campos, como el almacenamiento de archivos a largo plazo, la preservación de grandes cantidades de información científica, histórica o cultural, y la reducción del consumo de energía en los centros de datos. Si bien aún queda mucho trabajo por hacer para que esta técnica sea comercialmente viable, los avances recientes nos acercan cada vez más a una realidad en la que nuestro ADN pueda servir como un dispositivo de almacenamiento de información.