El Gran Premio de Mónaco se acerca y con él, la segunda oportunidad para Franco Colapinto de brillar en la Fórmula 1. Tras su debut en Imola, el piloto argentino llega al Principado con una mezcla de nerviosismo y emoción, pero también con un buen caudal de anécdotas para compartir. Su paso por el Festival de Cannes, donde tuvo que lucir smoking, dejó una marca imborrable, no solo por el glamour del evento, sino también por el coste del atuendo: “Me cobraron una fortuna”, bromeó Colapinto en una entrevista con ESPN. El joven piloto confesó su falta de experiencia con este tipo de vestimenta, generando risas al relatar su lucha con el moño y los botones de la camisa. Pero más allá de las risas, Colapinto se toma muy en serio su desempeño en la pista. Su adaptación a Alpine y a su monoplaza, el A525, ha sido un proceso de aprendizaje constante. En comparación con su experiencia previa en Williams, destaca la mayor rigidez del auto, lo que dificulta percibir el límite del agarre. Sin embargo, la similitud en sus primeras impresiones con las de su compañero, Pierre Gasly, indica un buen camino en el entendimiento del coche. El argentino ya ha comenzado a encontrar los límites del A525 y a contribuir con valiosa información al equipo. La nueva reglamentación que impone el uso de al menos tres tipos de neumáticos durante la carrera añade un factor de complejidad a la estrategia y añade emoción a la carrera. Mónaco, con sus curvas cerradas y muros a escasos centímetros del coche, requiere de gran precisión y confianza. Colapinto se muestra cauteloso pero optimista, reconociendo que aún debe mejorar su conexión con el monoplaza para alcanzar su máximo potencial en este circuito tan particular. Su experiencia previa en Mónaco, en categorías menores como la Fórmula 3 y Fórmula 2, donde nunca sufrió accidentes, le da una base sólida. El piloto no se ha olvidado de mantener el buen ambiente en el equipo, compartiendo mates con Gasly, repitiendo la tradición que ya estableció con Alex Albon en Williams. En resumen, la previa al Gran Premio de Mónaco para Colapinto es una mezcla de aprendizaje, adaptación, humor y expectativas. El piloto argentino llega con la determinación de dar lo mejor de sí en uno de los circuitos más desafiantes y prestigiosos del mundo, dejando atrás las anécdotas del smoking y enfocándose en la precisión y la velocidad que requiere el trazado monegasco.