Thelma Biral, una de las figuras más relevantes del teatro argentino, abrió su corazón en una entrevista con Héctor Maugeri para +Caras, en Caras TV. La conversación se centró en su extensa carrera y, en particular, en la experiencia profundamente conmovedora de interpretar un papel que la marcó para siempre: su inolvidable actuación en la película Desde el Abismo (1980).
El impacto de 'Desde el Abismo': más allá de la pantalla
En la película dirigida por Fernando Ayala, Biral interpretó a una mujer alcohólica, un retrato crudo y realista que la consagró como actriz. “Fue un trabajo muy doloroso”, confesó Biral. “El tema en sí y la forma en que estaba tratado eran terribles. Vivir eso día tras día fue desolador”. La preparación para el papel incluyó sesiones en Alcohólicos Anónimos, donde se sumergió en la realidad de la enfermedad y el mundo de los afectados. “Me asignaron una asistente que estuvo a mi lado todo el tiempo, enseñándome sus costumbres”, recordó.
El desafío no solo fue actoral, sino también personal. Biral tuvo que aprender a separar su vida de su personaje para evitar quedar atrapada en el dolor. “Aprendí a salir de los personajes. Trataba de despojarme de ellos al terminar, porque no es sano”, reflexionó. Sin embargo, el proceso dejó una marca profunda: “Creo que acumulé dolores y terminé con síndrome de Sjögren”, reveló, haciendo referencia a la enfermedad autoinmune que la obligó a alejarse de los escenarios durante varios meses.
El Síndrome de Sjögren: una lucha invisible
En otra entrevista para +Caras, Thelma ahondó en su batalla contra el Síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune que afecta las glándulas productoras de humedad, causando sequedad extrema en ojos, boca y otras mucosas. “Estos últimos meses fueron muy engorrosos. Tengo algo que poca gente conoce: el síndrome de Sjögren. Te altera todas las glándulas”, explicó. Describió la dureza de la experiencia: “Estuve tres meses sin poder tragar alimentos, solo flan y helado. Para tragar, necesitaba un sorbo de agua”.
El impacto fue más allá de lo físico. La enfermedad afectó su vida emocional y social: “No es solo físico, sino también psíquico. Me borré, me desconecté del mundo. No es que no quisiera, sino que no tenía fuerzas. Me desconecté de mis libros, mis cursos, mi escuela, el teatro… de todo”.
El arte como refugio y la importancia de los límites
A pesar de las dificultades, Thelma Biral encontró consuelo en el amor de su hijo y amigos: “Mi hijo Bruno me salvó, junto con mis amigos. El amor de mis amigos me hizo mucho bien, me sentí muy protegida”. La experiencia la llevó a una introspección profunda: “Yo creé la enfermedad, y yo tengo que descrear. No tuve una vida fácil. El trabajo siempre fue mi refugio. Es un personaje tras otro. Y en un momento de mi vida, me gustaba más la ficción que la realidad. Mis máscaras fueron mis personajes”.
La enfermedad, sin embargo, fue un llamado de atención: “No le puse atención a mi cuerpo. En el escenario, te olvidas de las cosas de afuera. Fui acumulando broncas, dolores, problemas, enfermedades… no mías, de mi entorno”. Thelma Biral continúa su camino con la sabiduría de quien ha aprendido a escuchar a su cuerpo sin renunciar jamás a su pasión por el arte.
Un legado de talento, resiliencia y honestidad
La historia de Thelma Biral es un testimonio conmovedor de la fuerza del espíritu humano y la capacidad de sobreponerse a la adversidad. Su trayectoria artística, marcada por roles exigentes e inolvidables, y su lucha personal contra el síndrome de Sjögren, la convierten en una figura inspiradora para quienes admiran su talento y resiliencia. Su honestidad en compartir su vulnerabilidad la consolida como una de las grandes figuras de la escena artística argentina.