Las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires se aproximan, y dentro del PRO reina una atmósfera de tensión y preocupación. La causa principal: la abierta y, según algunos, obsesiva rivalidad entre el ex presidente Mauricio Macri y su ex asesor, Santiago Caputo, quien ahora ocupa un puesto clave en el gobierno de Javier Milei. Esta disputa personal está poniendo en jaque la estrategia electoral cuidadosamente planeada por el equipo de Jorge Macri. El Pacto de Acassuso, firmado en octubre de 2023, selló una alianza estratégica entre Macri y Milei, con el compromiso implícito de colaboración mutua. Sin embargo, la aparente cooperación esconde una lucha por el poder que ha escalado a niveles inesperados. Macri, según allegados, soñaba con un rol de influencia considerable dentro del gobierno de Milei, incluso llegando a aspirar a un despacho en Casa Rosada. Esta ambición fue frustrada por Caputo, quien desde un principio percibió las intenciones ocultas del ex presidente y ha logrado consolidar un poder considerable en el nuevo gobierno, dejando a Macri sin influencia alguna. La situación se ha tornado tensa. La ‘Guerra Fría’ entre Macri y Caputo se ha intensificado, con muestras públicas de poder que están generando confusión y dañando la imagen del PRO. Macri, ignorando los consejos de sus asesores y rompiendo el acuerdo tácito de no agresión con Milei, ha emprendido una campaña personal en contra del asesor presidencial, generando un daño colateral a la candidatura de Silvia Lospennato, quien incluso le habría pedido que no participe en la contienda. Esta situación preocupa profundamente al equipo de Jorge Macri y a los estrategas del PRO. La estrategia inicial, basada en un discurso pasivo-agresivo que buscaba atraer a los votantes libertarios sin alienar al electorado tradicional, se ha visto completamente desbaratada. Los ataques de Macri a Milei, incluyendo acusaciones de alucinaciones, están generando un impacto negativo que podría afectar significativamente los resultados del próximo domingo. Incluso, circula el temor a la publicación de imágenes comprometedoras de un dirigente del PRO por parte del entorno de Milei. Algunos dirigentes del PRO ven una salida a esta situación tras las elecciones, apostando a la necesidad de colaboración entre ambos espacios para la gobernabilidad tanto a nivel nacional como en la Ciudad. Sin embargo, la inminente contienda electoral y la obstinación de Macri generan incertidumbre sobre cómo se gestionará la situación hasta octubre y más allá. El futuro del PRO parece depender en gran medida de la capacidad de controlar la obstinación de Macri y de encontrar un camino hacia la unidad interna, necesario para afrontar las próximas elecciones y establecer una estrategia coherente para la Ciudad de Buenos Aires y el país.