En un giro sorprendente, Bill Gates ha anunciado que la Fundación Gates acelerará su gasto, destinando $200 mil millones en las próximas dos décadas antes de su cierre previsto para 2045. Esta cifra duplica el gasto de los primeros 25 años de la fundación y llega en un contexto global complejo, marcado por recortes significativos en la financiación de la investigación y la ayuda internacional por parte de la administración Trump. El anuncio ha generado un debate intenso sobre el futuro de la ayuda global y el papel de las organizaciones filantrópicas en un mundo cada vez más incierto. El aumento drástico en el gasto se debe, en parte, a la preocupación de Gates por las consecuencias de los recortes en la financiación pública. En una entrevista con The New York Times, Gates expresó su alarma ante las decisiones de la administración Trump de reducir la financiación de la investigación universitaria, cerrar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según Gates, estas decisiones podrían llevar a un aumento significativo en las muertes infantiles prevenibles. La decisión de acelerar el gasto se interpreta como una respuesta a esta amenaza, intentando compensar la disminución de la financiación pública. La Fundación Gates ha establecido tres objetivos principales para los próximos 20 años: eliminar las muertes maternoinfantiles prevenibles, erradicar las enfermedades infecciosas mortales y sacar de la pobreza a cientos de millones de personas. Estos objetivos ambiciosos requieren una inversión significativa y una estrategia bien definida para su implementación. El éxito dependerá no solo de la inyección de fondos, sino también de la colaboración con gobiernos, organizaciones internacionales y otras instituciones para lograr un impacto real y sostenible. Sin embargo, la decisión de cerrar la fundación en 2045 plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de los esfuerzos filantrópicos a largo plazo. Aunque el gasto se acelera, la desaparición de la fundación podría dejar un vacío considerable en la ayuda global. La pregunta crucial es si otros actores, públicos o privados, estarán dispuestos y preparados para asumir la responsabilidad de continuar con el trabajo iniciado por la Fundación Gates. En conclusión, el anuncio de la Fundación Gates representa un cambio significativo en la ayuda global. Si bien la aceleración del gasto ofrece una respuesta inmediata a los desafíos actuales, la decisión de cerrar la fundación en 2045 plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad a largo plazo. El futuro de la ayuda global dependerá de la capacidad de otros actores para llenar el vacío que dejará la Fundación Gates y continuar su legado de lucha contra la pobreza y las enfermedades.