El Cardenal David: De desafiar a un presidente filipino a votar en el cónclave

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El Cardenal Pablo Virgilio David, un defensor de los pobres que se enfrentó al presidente Duterte, ahora participa en la elección del próximo Papa. Su historia refleja la compleja relación entre la Iglesia Católica y el poder en Filipinas.

El Cardenal Pablo Virgilio David, cariñosamente conocido como "Apu Ambo" por su congregación, es una figura destacada en la Iglesia Católica Filipina. Su nombramiento como cardenal, una sorpresa incluso para él, lo ha llevado a Roma para participar en el cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco. David, uno de los tres cardenales filipinos en el cónclave, encarna el legado del Papa Francisco en su país: una iglesia más cercana a la gente, especialmente a los pobres y marginados. Su historia es un testimonio de fe y valentía. Su arquidiócesis en Caloocan, en las afueras de Manila, es un microcosmos de las desigualdades de Filipinas. Con una población mayoritariamente compuesta por habitantes de barrios marginales, David ha dedicado su vida a luchar por los derechos de los pobres y a denunciar las injusticias. Su compromiso se puso a prueba durante la "guerra contra las drogas" del expresidente Rodrigo Duterte, una campaña que se cobró miles de vidas. David fue testigo de innumerables asesinatos en su diócesis, incluyendo el asesinato de Kian Delos Santos, un joven de 17 años asesinado por la policía. A diferencia de muchos otros casos, la muerte de Kian fue grabada por cámaras de seguridad, contradiciendo la narrativa policial. El Cardenal, profundamente afectado por la violencia, ofreció refugio y programas de rehabilitación a aquellos que temían por sus vidas. Más aún, se atrevió a criticar abiertamente la guerra contra las drogas, calificándola de ilegal e inmoral. Esta postura le valió amenazas de muerte y acusaciones por parte del mismo Presidente Duterte. Sin embargo, David encontró un poderoso aliado en el Papa Francisco. En varias ocasiones, el Papa expresó su apoyo al Cardenal, reconociendo su valentía y exhortándolo a mantenerse a salvo. Esta relación de apoyo mutuo es un ejemplo notable del compromiso de Francisco con la justicia social. El papel del Cardenal David en el contexto de la Iglesia Filipina es crucial, considerando la larga e intrincada relación de la Iglesia con el poder político en el país. A lo largo de 500 años, la Iglesia ha estado estrechamente ligada al poder colonial, pasando por períodos de gran influencia y otros de menor protagonismo. En la década de 1970 y 1980, durante el régimen de Ferdinand Marcos, la Iglesia tuvo un papel más crítico, con algunos clérigos uniéndose a la resistencia armada. Sin embargo, la jerarquía eclesiástica mantuvo una "colaboración crítica". Este equilibrio cambió drásticamente en 1986 con la "revolución del poder popular", donde el Cardenal Jaime Sin jugó un papel fundamental en la caída de Marcos. La influencia de la Iglesia en la política nacional ha fluctuado desde entonces, con momentos de gran impacto y otros de menor influencia. Hoy, la Iglesia Católica Filipina enfrenta varios desafíos: la oposición a la legalización del divorcio y el acceso a la planificación familiar, la competencia de otras iglesias y la pérdida de credibilidad a causa de escándalos de abuso sexual. A pesar de estos desafíos, el Cardenal David ve un camino hacia adelante: la humildad, la vulnerabilidad y la disposición a ser criticado. Su compromiso, su valentía y su fe lo convierten en un símbolo del futuro de la Iglesia en Filipinas, un futuro que se decidirá en parte en el cónclave en el que él participa, un futuro donde la defensa de los pobres y marginados seguirá siendo su norte.
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