La CGT, entre Francisco y Kicillof: una demostración de fuerza que no convence a Milei

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Análisis de la marcha del 1° de Mayo de la CGT, su simbolismo religioso y político, y el impacto limitado en el escenario electoral argentino.

El 1° de Mayo de 2025, la CGT realizó una masiva marcha en Buenos Aires, congregando a miles de manifestantes en conmemoración del Día del Trabajador. La movilización, que ocupó aproximadamente 10 cuadras de la Avenida Independencia, mostró una capacidad de movilización sindical considerable, con la participación de importantes gremios como la UOCRA, Comercio, UPCN, Sanidad, Camioneros, Alimentación, la UOM, UDA, Carga y Descarga y Maestranza, además de las dos CTA y la UTEP. La inusual unidad mostrada por el movimiento obrero sorprendió a muchos observadores, siendo una demostración de fuerza que, si bien es impactante visualmente, no implica necesariamente un cambio significativo en el tablero político. El evento estuvo marcado por un fuerte homenaje al Papa Francisco, con pasacalles, gigantografías y la lectura de textos del pontífice. Este simbolismo religioso, apuntando a la defensa de los trabajadores y a la justicia social, se entrelaza con la compleja situación política argentina. La presencia de Francisco, como figura respetada tanto a nivel nacional como internacional, refuerza el mensaje de la marcha, pero su impacto directo en la opinión pública es difícil de cuantificar. Tras la manifestación, la dirigencia de la CGT se reunió con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, junto a otros funcionarios provinciales. Este encuentro, repetido tras la marcha de 2024, subraya la relación entre el sindicalismo y el peronismo, pero también refleja la falta de diálogo con el gobierno nacional. Los sindicalistas expresaron su disconformidad con las políticas gubernamentales, enfatizando la falta de respuesta a sus reclamos sobre paritarias, inflación y la necesidad de un plan económico que proteja a los trabajadores. Diversos líderes sindicales, como Héctor Daer y Armando Cavalieri, hicieron declaraciones públicas criticando la situación económica y social del país. Daer subrayó la falta de diálogo con el gobierno, mientras que Cavalieri recalcó la importancia de estar atentos a las políticas que pongan en riesgo los derechos laborales. Hugo Moyano, por su parte, enfatizó la necesidad de unidad del movimiento obrero para enfrentar la crisis. A pesar de las dificultades para ingresar a la ciudad debido al operativo policial, Moyano destacó la capacidad de movilización de la CGT como una señal de alerta al gobierno. Sin embargo, la pregunta clave es si esta demostración de fuerza tendrá algún impacto real en el gobierno y, especialmente, en la figura de Javier Milei. La respuesta, probablemente, sea negativa. Milei, con su discurso liberal y anti-sindicalista, se encuentra alejado ideológicamente del movimiento obrero, y es poco probable que se vea afectado por una marcha con un discurso que considera anacrónico. La concentración de la CGT, entonces, aunque imponente, parece ser más una válvula de escape para la frustración sindical que un factor decisivo en el escenario electoral. En este contexto, la marcha del 1° de Mayo se percibe como un acto de reivindicación, con un claro mensaje al gobierno, pero sin la capacidad de generar un cambio sustancial en la situación política actual.
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