Miles de personas se congregaron en Roma para despedir al Papa Francisco en un emotivo cortejo fúnebre que recorrió las calles de la ciudad hasta la Basílica de Santa María la Mayor, donde descansarán sus restos.
El 26 de abril de 2025, Roma se vistió de luto y esperanza para despedir al Papa Francisco. Tras una solemne misa fúnebre en la Plaza de San Pedro, a la que asistieron líderes mundiales, jefes de estado y miles de fieles, comenzó el emotivo traslado del féretro del Sumo Pontífice hacia su lugar de descanso final: la Basílica de Santa María la Mayor.
El recorrido, de seis kilómetros, se convirtió en una impresionante muestra de afecto y respeto por el primer Papa latinoamericano. El féretro, transportado en un papamóvil adaptado, pasó frente a lugares emblemáticos de Roma como el Coliseo y los Foros Imperiales, siguiendo un trayecto que evocó la antigua Vía Papalis. A lo largo del camino, una multitud emocionada aplaudía, rezaba y lanzaba flores, creando un ambiente de profunda tristeza y veneración. La presencia de un fuerte dispositivo de seguridad acompañó respetuosamente el paso del cortejo fúnebre.
La transmisión en vivo del evento mostró la magnitud del acontecimiento, permitiendo a millones de personas en todo el mundo ser partícipes de este momento histórico. Se pudieron observar imágenes impactantes de la multitud congregada, las expresiones de dolor y respeto en los rostros de los presentes, así como la solemnidad del cortejo fúnebre. Los medios de comunicación de todo el mundo ofrecieron reportajes detallados, incluyendo entrevistas con personas que acudieron a la despedida del Papa, dando voz a la emotividad y la significancia del evento.
El cardenal Giovanni Battista Re, quien presidió la misa fúnebre, pronunció una conmovedora homilía en la que resaltó la labor incansable de Francisco por la paz y la justicia social. Su mensaje de esperanza y unidad resonó con fuerza en medio de la tristeza. La cobertura periodística incluyó un análisis profundo de la homilía y su significado.
La elección de la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar rico en historia y tradición mariana, para el entierro del Papa Francisco, no fue casual. Como se informó en varios medios, el Papa tomó esta decisión personalmente, marcando una ruptura con la tradición de enterrar a los papas en la Basílica de San Pedro. Se ha destacado la importancia de esta basílica para la espiritualidad jesuítica, y su vinculación con la vida y los valores que Francisco defendió durante su pontificado.
Más allá del evento en sí mismo, el traslado del féretro del Papa Francisco a la Basílica de Santa María la Mayor representó un momento de profunda reflexión sobre el legado del Sumo Pontífice. Su mensaje de humildad, servicio y cercanía a los más necesitados, quedó plasmado en el corazón de millones y se perpetuará en la memoria colectiva como un faro de esperanza en tiempos de incertidumbre. El evento se convirtió en un símbolo de fe, unidad y perseverancia para sus fieles seguidores en todo el mundo.