Cómo se elige al nuevo Papa: Un proceso milenario en el Vaticano

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Tras la muerte del Papa Francisco, el mundo católico se prepara para el cónclave, un ritual milenario y hermético que determinará la elección de su sucesor. Descubre el complejo proceso de votación, las reglas del derecho canónico, y la historia detrás de esta tradición.

La muerte de un Papa desencadena uno de los rituales más antiguos y solemnes de la Iglesia Católica: el cónclave. Este proceso, que se remonta al siglo XIII, envuelve a los cardenales en un ambiente de estricto secreto y aislamiento dentro de la Capilla Sixtina, con el objetivo de elegir al nuevo sucesor de San Pedro. A continuación, exploraremos en detalle cómo se lleva a cabo esta elección, desde las reglas canónicas hasta las complejidades del proceso de votación.

El Derecho Canónico y la Elección Papal

Contrariamente a la creencia popular, el derecho canónico no exige que el nuevo Papa sea cardenal ni siquiera obispo. La única condición indispensable es ser un hombre bautizado en la Iglesia Católica y tener al menos 60 años. De hecho, la historia registra casos, como el de Urbano VI en 1378, que fue ordenado obispo después de ser elegido Papa. El proceso de elección, sin embargo, ha evolucionado a lo largo de los siglos. El decreto de 1059, promulgado por el Papa Nicolás II, estableció el papel exclusivo de los cardenales obispos como electores, reduciendo la influencia de la aristocracia romana y del bajo clero. La consolidación del Colegio Cardenalicio en 1150 formalizó el papel de los cardenales como electores del Papa.

El Cuerpo Electoral y el Sistema de Votación

Solo los cardenales menores de 80 años al momento de quedar vacante la sede apostólica tienen derecho a voto. En la actualidad, de un total de 252 cardenales, 138 son electores habilitados. Este límite de edad se estableció en 1970, y el número máximo de electores se fijó en 120 en 1975, aunque en elecciones recientes se ha superado levemente esta cifra. Un dato relevante es que, en el caso actual, un 80% de los cardenales electores (108) fueron nombrados por el Papa Francisco.

El proceso de votación es un acto solemne que comienza con la entrada de los cardenales a la Capilla Sixtina, acompañados por el canto del himno “Veni Creator”. La puerta se cierra con el ritual del “Extra omnes” (“todos fuera”), asegurando el aislamiento. Cada cardenal jura mantener el secreto absoluto. Cada uno escribe el nombre de su candidato en una papeleta, la dobla, y al depositarla en la urna, declara: “Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido”.

Tres cardenales escrutadores cuentan los votos, leyendo en voz alta cada nombre. Las papeletas se perforan, encadenan y queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina. El humo que sale de la chimenea indica el resultado: negro para falta de acuerdo, blanco para la elección de un nuevo Papa. Desde 2005, se utilizan productos químicos para asegurar la visibilidad del color del humo.

¿Qué sucede si no hay acuerdo?

Se requiere una mayoría calificada de dos tercios de los votos para proclamar a un nuevo pontífice. Si no se alcanza el acuerdo en las primeras votaciones, hay mecanismos para evitar un estancamiento prolongado. Después de tres días de votaciones infructuosas, se toma un día de pausa para la oración y reflexión. Este ciclo de cuatro días (tres de votación y uno de pausa) puede repetirse hasta siete veces. Si, tras todas estas rondas, persiste la falta de consenso, los cardenales pueden optar por elegir al Papa por mayoría simple.

Sin embargo, en la práctica moderna, los cónclaves suelen resolverse en pocos días. El cónclave más largo de la historia, el de 1268-1271, duró tres años debido a la falta de acuerdo, llevando a la población de Viterbo a tomar medidas extremas para forzar una decisión. Esta experiencia llevó a la implementación de medidas de confinamiento estricto, que han evolucionado con el tiempo. En la actualidad, el aislamiento y el juramento de secreto buscan mantener la seriedad y espiritualidad del proceso, confiando en que el discernimiento divino guíe la elección.

Conclusión

La elección de un nuevo Papa es un evento de gran trascendencia para la Iglesia Católica y el mundo. El proceso, a pesar de su modernización, conserva un profundo arraigo en la tradición y en la búsqueda de un liderazgo espiritual que guíe a la comunidad global de creyentes. El cónclave, con sus reglas y simbolismos, representa la búsqueda colectiva de la voluntad divina en la selección del sucesor de San Pedro.

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