La confianza, ese pilar fundamental en las relaciones familiares, se ha visto brutalmente quebrantada en un caso que ha conmocionado a la comunidad de Añatuya, Santiago del Estero. Sergio Miranda Villarreal (22), yerno de una pareja de comerciantes, ha sido acusado de apropiarse de la impresionante suma de 140 millones de pesos pertenecientes a sus propios suegros. El joven, hijo de un policía retirado y un ama de casa, se habría beneficiado de la confianza depositada en él por su familia política durante un año, realizando un “robo hormiga” sistemático.
La familia López Coronel, propietaria de un próspero comercio de materiales para la construcción, descubrió el faltante de dinero al realizar un control de sus fondos. La suegra, al percatarse de la discrepancia entre la cantidad de dinero guardada y la realidad, se dirigió a la casa que compartían su hija y su yerno, donde se encontraban los fondos, para solicitar la entrega de una parte del dinero.
Fue allí donde se desencadenó el escándalo. Ante la evidencia del faltante, Sergio Miranda Villarreal confesó haber sustraído el dinero de forma gradual. Según las declaraciones, la suma de 140 millones de pesos había sido utilizada para una extravagante serie de adquisiciones que incluyen una camioneta Amarok, tres motocicletas de alta cilindrada, un iPhone de última generación, veinte pares de zapatillas de marca y un viaje a Brasil.
La investigación, llevada a cabo por el fiscal Guillermo Farías y la policía local, apunta a la complicidad de los padres del acusado. Alejandra Miranda, madre del joven, empleada de comercio, y Sergio José Villarreal, padre del acusado y oficial de policía retirado, también se encuentran detenidos, bajo la sospecha de haber colaborado en el ocultamiento y lavado del dinero robado. Los allanamientos en sus viviendas arrojaron resultados contundentes: se secuestraron los vehículos, parte del dinero restante, y otros artículos de lujo. Una factura por la compra de materiales de construcción por más de 3 millones de pesos, pagada en efectivo y realizada pocos días antes de la detención, refuerza las sospechas de lavado de dinero.
La familia López Coronel atraviesa un momento de profunda conmoción y desilusión. La traición por parte de alguien tan cercano ha generado una herida profunda, no solo en su economía, sino también en sus lazos familiares. La investigación sigue en curso para determinar el destino final del dinero y el alcance de la complicidad de los padres del acusado. Este caso sirve como un crudo recordatorio de cómo la confianza mal depositada puede tener consecuencias devastadoras.
Mientras tanto, la comunidad de Añatuya observa con incredulidad la magnitud del suceso, reflexionando sobre la importancia de la transparencia y la seguridad en las relaciones familiares y comerciales.