El partido de vuelta de los cuartos de final de la Europa League entre el Eintracht Frankfurt y el Tottenham Hotspur estuvo marcado por una impresionante exhibición de apoyo por parte de los aficionados del equipo alemán. Una coreografía monumental con una pancarta gigante mostrando el lema "Die Adler sind auf Beutezug" (Los águilas están en busca de presa), con el trofeo de la Europa League en el centro, cautivó al estadio. Sin embargo, la elección musical y otra pancarta con la frase "Wir ham‘ noch lange nicht genug" (Todavía no hemos tenido suficiente), ambos elementos asociados a la banda Böhse Onkelz, generó una gran controversia. Böhse Onkelz, una banda de rock alemana con una larga y compleja historia, ha sido criticada en el pasado por letras con connotaciones xenófobas y neonazis, aunque la banda ha expresado repetidamente su distanciamiento de estas ideologías en las últimas décadas. A pesar de esto, una parte de su base de fans sigue estando asociada con movimientos de extrema derecha. La elección de usar sus canciones y símbolos en un evento deportivo de esta magnitud ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de los clubes y la dificultad de separar a una banda de su pasado controvertido. El hecho de que miembros de la banda sean fervientes aficionados del Eintracht Frankfurt añade otra capa de complejidad a la situación. Una anécdota relatada por el ex-presidente del club, Peter Fischer, ilustra la profunda conexión de la banda con el equipo, incluso en tiempos difíciles. La historia refleja la lealtad inquebrantable de la banda hacia su club, dejando en evidencia el profundo arraigo de la pasión futbolística en la cultura alemana. La pregunta que surge es: ¿hasta qué punto es aceptable el uso de símbolos y canciones de una banda con un pasado tan problemático en un evento deportivo que intenta promover la unidad y el juego limpio? Algunos argumentan que la separación entre la música y la ideología de la banda es clara, y que la coreografía representa simplemente la pasión de los aficionados. Otros, en cambio, señalan que la asociación con Böhse Onkelz, por más lejana que sea, inevitablemente proyecta una sombra sobre la imagen del club y el deporte en general. El incidente en el Deutsche Bank Park ha desatado un importante debate sobre la responsabilidad social de los clubes de fútbol y la dificultad de controlar totalmente el comportamiento de sus aficionados. La controversia alrededor de Böhse Onkelz no solo afecta a la cultura futbolística alemana, sino que también plantea preguntas más amplias sobre la memoria, el contexto histórico y la apropiación de símbolos en la sociedad moderna. El Eintracht Frankfurt, y el fútbol en general, se enfrentan al desafío de navegar por aguas complejas y encontrar un equilibrio entre celebrar la pasión de los aficionados y rechazar cualquier forma de intolerancia e ideologías dañinas.