Matías Tissera, delantero de Huracán y reciente fichaje proveniente del Ludogorets Razgrad de Bulgaria, se ha visto envuelto en un escándalo que lo ha llevado de la cancha a la cárcel de Bouwer, conocida como el "penal del infierno". Su arresto, ocurrido el 1 de abril mientras se preparaba para viajar a un partido de Copa Sudamericana, ha generado una ola de conmoción en el mundo del fútbol argentino. El caso gira en torno a una acusación de extorsión. Tissera, según la fiscalía, habría contratado a Luis Suárez, un hombre con antecedentes y vínculos con actividades ilegales, para presionar a la familia Ferrara, dueña de la empresa Vilahouse, para que le devolvieran 10.000 dólares que les había pagado por adelantado por la construcción de una casa prefabricada que nunca se realizó. Aunque la defensa argumenta que Tissera solo buscaba recuperar su dinero tras una presunta estafa, la fiscalía considera que la exigencia de una suma adicional a la inicialmente pagada configura una extorsión en grado de tentativa. La evidencia en contra de Tissera incluye llamadas telefónicas y mensajes de WhatsApp que demuestran su contacto con Suárez durante el momento en que se llevó a cabo la intimidación a la familia Ferrara. Si bien no hubo uso de armas de fuego, la violencia verbal y la presión ejercida resultan determinantes en la acusación. La defensa de Tissera, liderada por Allende Posse, busca rebajar la calificación del delito a amenazas coactivas, lo que permitiría al futbolista seguir el proceso en libertad. Argumentan que su cliente actuó motivado por una estafa, y que no conocía plenamente los métodos que emplearía Suárez, alegando que contactó a Suárez a través de referencias y no estaba familiarizado con sus antecedentes. Hasta la fecha, su primer pedido de excarcelación ha sido rechazado, pero se espera una nueva solicitud la próxima semana. Mientras tanto, Tissera permanece en el penal de Bouwer, lejos de su familia y de su carrera futbolística, esperando una resolución judicial que podría determinar su futuro tanto dentro como fuera de las canchas. El caso ha abierto un debate sobre la justicia, la presión mediática y los riesgos que corren los futbolistas incluso fuera del campo de juego. La opinión pública se encuentra dividida, entre quienes creen en la inocencia de Tissera y quienes consideran que la evidencia lo culpabiliza, aguardando el desenlace de este complejo y mediático proceso judicial.