El reconocido actor y director Adrián Suar reflexiona sobre su camino hacia la madurez emocional, los vínculos familiares que lo marcaron y su particular estilo de paternidad. Un recorrido íntimo por sus relaciones con su padre, su madre y su abuela, que inspiró su última película, 'Mazel Tov'.
Adrián Suar, director y protagonista de la película 'Mazel Tov', se abre como nunca antes en una entrevista íntima donde revela las claves de su camino hacia la madurez emocional. Su relato, cargado de honestidad y reflexión, explora los vínculos familiares que moldearon su vida y su visión de la paternidad.
La entrevista comienza con una cita de 'Brujo', el vademécum del éxito, que resume su actual etapa de vida: "La vida se divide en tres partes: La primera es para aprender; La segunda es para ganar; La tercera es para devolver. Y en eso estoy, transitando esta última". Suar se refiere a una profunda introspección y a saldar deudas consigo mismo y con sus seres queridos.
'Mazel Tov', una comedia emocional centrada en los vínculos familiares, refleja esta madurez introspectiva. Suar buscó crear una película que refleje la vida real, conectando con las emociones comunes a todos. Las ceremonias familiares –nacimientos, casamientos, funerales, herencias– se convierten en el eje movilizador de la trama, representando hechos que generan profundas emociones.
La terapia ha sido una herramienta fundamental en este proceso de autoconocimiento: "La terapia tiene mucho que ver cuando se está dispuesto a entender y a avanzar", afirma. Suar reconoce haber perdido mucho antes de reaccionar y asumir responsabilidades en sus relaciones personales y familiares. Hoy, se define como "mucho más gozador, disfrutador, agradecido y tranquilo", estableciendo vínculos sanos y alejándose de las personas que lo "oscurecían".
La figura paterna, Yehuda Leibele Kirzner Schwartz (Leibele Schwartz), un reconocido cantante litúrgico, sobrevuela la película. Suar describe su relación con él como compleja pero marcada por el respeto y la honestidad. Si bien no fue un padre muy presente, su integridad y buen nombre dejaron una profunda huella en su hijo. Los encuentros en el bar Colón, donde Leibele discutía sobre la humanidad y el bienestar de los pueblos, quedaron grabados en la memoria de Adrián.
El vínculo con su madre, Lilian Keller, fue más "peleado" que bueno. Suar reconoce la dificultad de su relación con una madre muy apegada a su abuela, Polka, creando una dinámica competitiva. Sin embargo, a la distancia, valora su locura, alegría y personalidad, reconociendo que el tiempo ha transformado la perspectiva sobre su relación.
En contraste, la abuela Polka ocupa un lugar central en su corazón. Su capacidad para detectar y atender las emociones de sus nietos, su amor y su pasión por las novelas, la convirtieron en una figura materna fundamental. Su legado inspiró el nombre de la productora Polka y se refleja en la sensibilidad de las ficciones que Adrián crea.
Suar también habla de su paternidad con Tomás "Toto" Kirzner y Margarita Kirzner. Define su rol como el de un padre presente y afectuoso, aunque no abnegado ni pasional. Prioriza la tranquilidad y la complicidad en sus vínculos con sus hijos, disfrutando de una conexión auténtica y sin pretensiones.
La entrevista concluye con la reflexión sobre la finitud y la importancia de vivir el presente. Suar habla de la necesidad de soltar lo que ya no sirve y de rodearse de personas que lo inspiran. El proyecto de una "escuela federal de producción" se presenta como el cierre de un ciclo, la concreción de su deseo de "aprender, ganar y devolver". Un testamento de su trayectoria y una promesa hacia el futuro.