En las últimas semanas, el asesor presidencial Santiago Caputo ha experimentado un descenso abrupto en su popularidad, no por decisiones políticas, sino por el rotundo fracaso de sus predicciones. Sus vaticinios, compartidos en redes sociales, pintaban un panorama optimista para Argentina: una inflación desvanecida, un presidente con un 70% de aprobación y una economía floreciente. La realidad, sin embargo, ha sido muy diferente. El índice de inflación ha mostrado un aumento considerable, lejos de la “desaparición” pronosticada por Caputo, y la popularidad del presidente se mantiene lejos del 70%. Este contraste entre la realidad y las predicciones de Caputo ha generado una ola de memes y burlas en las redes sociales. Usuarios de Twitter han desenterrado sus antiguos posts, comparándolos con la situación actual, creando un festín de ironía y sarcasmo. La viralización de estos memes ha convertido a Caputo en un símbolo de predicciones fallidas, generando un debate sobre la credibilidad de los analistas políticos y la influencia de las redes sociales en la percepción pública. Pero el caso de Caputo no se limita a un error de cálculo económico. Sus predicciones también incluían la aprobación en el Senado de nombramientos judiciales por decreto, una predicción que resultó igualmente errónea. Además, se le acusa de haber protagonizado un incidente en la Cámara de Diputados, lo que refuerza la imagen de un asesor fuera de contacto con la realidad. Estas situaciones han alimentado aún más la crítica, no solo por las predicciones económicas fallidas, sino por la imagen que proyecta y su influencia en las decisiones políticas. Más allá del humor negro que impregna las redes sociales, este caso plantea interrogantes importantes. ¿Hasta qué punto las redes sociales amplifican el impacto de las predicciones fallidas? ¿Cómo afecta la imagen pública de los asesores presidenciales a la confianza en el gobierno? ¿Es saludable la viralización de la burla hacia figuras públicas, o perjudica el debate político constructivo? El fenómeno de Caputo ilustra la complejidad de la comunicación política en la era digital. Si bien las redes sociales pueden ser una herramienta eficaz para difundir mensajes, también exponen a los personajes públicos a un escrutinio intenso y a la posibilidad de que sus errores sean magnificados y viralizados, como ha ocurrido con las predicciones fallidas de este asesor presidencial. Queda la pregunta sobre la responsabilidad que recae tanto en quienes emiten las predicciones como en aquellos que las consumen y comparten en el espacio público. Se necesitará una mayor reflexión y discernimiento ante la rápida difusión de la información en las redes para mitigar los efectos negativos del uso de estas plataformas.