En medio de una crisis de seguridad sin precedentes, Ecuador se prepara para un balotaje presidencial entre Daniel Noboa y Luisa González, con una paridad en las encuestas que mantiene al país en vilo.
Ecuador se encuentra en un momento crucial. Con una tasa de asesinatos alarmante (un asesinato por hora en los primeros meses de 2025), el país está bajo estado de excepción y con sus fronteras cerradas. En este contexto de violencia generalizada, se celebra un balotaje presidencial que define si Daniel Noboa continúa en el poder o si Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, liderado por el controvertido Rafael Correa, marca un retorno a la izquierda.
La primera vuelta dejó a ambos candidatos en un empate técnico, separados por apenas 17.000 votos. Las encuestas posteriores reflejan una persistente paridad, con márgenes de diferencia mínimos que no superan el punto porcentual. Esta incertidumbre mantiene a los votantes en vilo, creando un clima de tensión política palpable.
Noboa, a sus 35 años y en busca de un mandato completo, centra su campaña en la lucha contra la delincuencia y la reactivación de la economía a través de la apertura comercial y el fomento de la empresa privada. Sus partidarios confían en su capacidad para controlar el crimen organizado y estabilizar el país.
Por otro lado, González, con la promesa de ser la primera mujer presidenta de Ecuador, aspira a devolver al poder a la izquierda, con el apoyo explícito del expresidente Rafael Correa. Su propuesta se centra en un cambio de enfoque en la seguridad, generando preocupaciones entre quienes temen un retorno a políticas similares a las de Venezuela. Las declaraciones de su candidata sobre la forma en que manejaría la seguridad del país, dando armas a las comunidades, preocupan a la población, especialmente a migrantes venezolanos que huyeron de un sistema similar.
El debate electoral se centra en la inseguridad, el problema más preocupante para los ecuatorianos. La opinión pública se divide entre quienes ven en Noboa la posibilidad de frenar la ola de violencia y quienes confían en que González ofrezca soluciones más efectivas, a pesar de los miedos al resurgimiento del correísmo y sus políticas.
La situación económica tampoco es alentadora. El PBI decreció en 2024, y se espera un crecimiento moderado para 2025. El Banco Mundial recomienda la modernización del marco laboral y el fomento del crecimiento en sectores como la minería, el turismo y la agricultura para estimular la creación de empleo. Esta situación económica incierta añade más complejidad a un escenario electoral ya de por sí complicado.
La jornada electoral se ve marcada por la dificultad para realizar encuestas de boca de urna, debido a las preocupaciones de seguridad. Algunos medios han decidido no publicar estos sondeos, priorizando la estabilidad y la paz social. Esta decisión destaca la gravedad del clima político actual.
En resumen, el balotaje ecuatoriano es una elección crucial que se desarrolla en un contexto de violencia extrema y profunda incertidumbre política y económica. El resultado determinará el futuro de Ecuador y la dirección que tomará el país en los próximos años, en un delicado equilibrio entre la lucha contra el crimen y la estabilidad económica, frente al temor a un retorno de políticas que se asemejan a los modelos populistas y autoritarios de la región.