Dos generaciones, una misma vocación: la kinesiología como forma de vida

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El Día del Kinesiólogo nos invita a reflexionar sobre la evolución de esta profesión. A través de las historias de dos kinesiólogas con 40 años de diferencia en su trayectoria, exploramos los cambios, los avances tecnológicos y la importancia de la empatía en la práctica.

Dos generaciones, una misma vocación: la kinesiología como forma de vida

Cada 13 de abril se celebra el Día del Kinesiólogo en Argentina, conmemorando la creación de la primera escuela universitaria de Kinesiología en 1937. Esta fecha es una oportunidad para destacar la evolución de una profesión dedicada al bienestar, la prevención y la rehabilitación, y para reconocer la labor de sus profesionales.

Para celebrar, La Voz de San Justo conversó con dos licenciadas en Kinesiología y Fisioterapia: María de los Ángeles Bottero, con 40 años de experiencia, y María Belén Bonetti, quien comienza su camino profesional. Ambas pertenecen al Colegio Profesional de Kinesiólogos y Fisioterapeutas de Córdoba - Regional II de San Francisco, y sus testimonios reflejan el cambio y el futuro de la kinesiología.

De “masajistas” a especialistas: la evolución de la profesión

La kinesiología ha recorrido un largo camino. En el pasado, los profesionales eran a menudo llamados simplemente “masajistas”. Hoy, la disciplina ofrece una amplia gama de especializaciones, incluyendo kinesiología deportiva, pediátrica, respiratoria, cardiopulmonar y geriátrica, entre otras. Los kinesiólogos participan activamente en equipos interdisciplinarios en hospitales, instituciones deportivas, educativas y comunitarias, desempeñando un rol fundamental en la promoción de la actividad física y la prevención de enfermedades crónicas.

María de los Ángeles Bottero, quien se especializó en kinesioterapia respiratoria, describe el desafío de educar a la comunidad sobre la importancia de esta área cuando comenzó a ejercer en el Hospital de Morteros. Recuerda cómo la profesión fue ganando reconocimiento y jerarquía, dejando atrás la percepción limitada del pasado. Ella destaca el cambio significativo en la práctica, pasando de un enfoque predominantemente manual a la incorporación de la tecnología y las especializaciones.

La tecnología: una herramienta fundamental

La tecnología ha transformado la práctica de la kinesiología, ofreciendo abordajes más personalizados y eficaces. Bottero resalta el impacto positivo de la aparatología en los tratamientos, aunque subraya la importancia inigualable del trabajo manual y la conexión humana con el paciente. Para ella, el futuro de la profesión se presenta amplio y prometedor, impulsado por la innovación tecnológica y la capacitación continua.

María Belén Bonetti, por su parte, enfatiza el carácter humano e integral de la kinesiología. Ve la profesión en constante crecimiento, con un rol cada vez más importante en la prevención y la promoción de la salud, más allá de la rehabilitación. Resalta la necesidad de la educación del paciente sobre la importancia del cuidado corporal y la prevención de lesiones a través del movimiento consciente.

Empatía y escucha: la clave del éxito

Tanto Bottero como Bonetti coinciden en la importancia de la empatía y la escucha activa en la relación con los pacientes. Ellas destacan que cada persona requiere un tratamiento personalizado, y que la conexión humana es esencial para generar un vínculo de confianza y estímulo, no solo para la recuperación física, sino también para el bienestar emocional.

En resumen, las historias de estas dos profesionales ilustran la evolución de la kinesiología, desde una práctica más limitada a una disciplina integral y tecnológicamente avanzada. La profesión se caracteriza por su continuo crecimiento, la especialización y la adaptación a las nuevas necesidades de la sociedad, siempre con el paciente como centro y la empatía como herramienta fundamental.

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