El reconocido actor Rodolfo Ranni, a sus 87 años, se prepara para estrenar "La noche de la basura". Repasamos su extensa trayectoria, desde su infancia en la Segunda Guerra Mundial hasta su vida sentimental, incluyendo la inesperada salida de María Valenzuela de la obra.
Rodolfo Ranni, una voz imponente que resuena con la fuerza de los grandes actores de antaño, se encuentra en plena preparación para el estreno de "La noche de la basura", junto a Graciela Pal. A sus 87 años, este ícono del cine y la televisión argentina, se mantiene activo y entero, refugiándose en el teatro tras un alejamiento de la pantalla chica y grande.
Su vida, una verdadera epopeya, podría haber sido extraída de las páginas de un clásico del neorrealismo italiano. Ranni creció en medio de la Segunda Guerra Mundial en Trieste, Italia, jugando entre las ruinas y los bombardeos. "Las viví todas", afirma con un dejo de suficiencia, consciente de la excepcionalidad de su infancia. Recuerdos vívidos de su niñez en Trieste emergen con fuerza: las bombas, la destrucción, los cadáveres flotando en el mar. Una infancia marcada por la guerra, donde la muerte era parte de la cotidianidad, pero que no le generó un trauma, sino una peculiar perspectiva de la vida.
Su carrera como actor es tan extensa y variada como su propia vida. Desde sus memorables interpretaciones en films clásicos como "Amorina", "No habrá más penas ni olvido", hasta su participación en comedias como "Camarero nocturno en Mar del Plata", Ranni ha demostrado una versatilidad que lo ha llevado a la cima. "Un actor tiene que hacer de todo y bien", asegura, citando su admiración por Marcello Mastroianni. Ahora, el teatro es su refugio, un espacio que se adapta a sus necesidades y a su vida dividida entre su hogar en San Isidro y su chacra en Ingeniero Maschwitz.
"La noche de la basura", una obra que ya interpretó hace 25 años con Ana Acosta, lo lleva a desentrañar la intimidad de un matrimonio de larga duración, exponiendo reproches, silencios y frustraciones. La obra, escrita por su amigo Beto Gianola, es un clásico de la dramaturgia argentina que, según Ranni, “no envejece, es totalmente actual”.
La conversación con LA NACION se centra también en la salida de María Valenzuela del elenco. Ranni aclara que la decisión de la producción de inicialmente contar con Valenzuela y luego reemplazarla por Graciela Pal (con quien mantiene una amistad de 60 años) se produjo por un acuerdo previo que él desconocía. Descarta cualquier tipo de conflicto con Valenzuela, con quien incluso compartió escena en sus inicios. "María debutó conmigo a los 12 años", recuerda con cariño.
Ranni, un hombre de firmes convicciones, se declara "antitecnología", prefiriendo la comunicación cara a cara, la conversación sin interrupciones digitales. Reconoce sus adicciones pasadas, como el cigarrillo, que dejó hace 36 años tras un episodio que lo marcó en el Tabaris. Su vida amorosa, marcada por tres matrimonios y varias relaciones, culmina en un amor inesperado. Conoció a su actual esposa luego de un encuentro casual en un bar de Retiro, un encuentro que se remonta a una infancia compartida, una anécdota que él recuerda como algo “mágico”.
El actor finaliza la entrevista reflexionando sobre su carrera, su popularidad, y la conexión especial que mantiene con el público, a quienes considera "parte de su familia". Su imagen, tan ligada al inconsciente colectivo, se aleja de la figuración y la socialización inherentes a su profesión. "Soy un señor que trabaja de actor, nada más", concluye con sencillez.