El creador de Black Mirror, Charlie Brooker, reflexiona sobre el inquietante paralelismo entre las ficciones distópicas de la serie y la realidad tecnológica actual. Un análisis profundo de la séptima temporada y el impacto de la innovación en la sociedad.
La aclamada serie de Netflix, Black Mirror, regresó con su séptima temporada, generando una vez más un debate sobre su capacidad para predecir, o quizás reflejar, el futuro tecnológico. Su creador, Charlie Brooker, ha expresado su asombro ante la velocidad con la que algunas de las tecnologías especuladas en la serie se han materializado en la vida real, calificándolo incluso de "distópico".
En una entrevista con The Hollywood Reporter, Brooker aclaró que Black Mirror no pretende ser una advertencia, sino más bien una exploración de sus propias preocupaciones sobre el impacto de la tecnología en la sociedad. Sin embargo, la precisión de algunas de sus predicciones resulta innegable. El episodio "Be Right Back", por ejemplo, exploraba la posibilidad de recrear la personalidad de un ser querido fallecido a través de la inteligencia artificial. Hoy en día, existen servicios que se aproximan a esa realidad, lo que llevó a Brooker a bromear con la posibilidad de haber monetizado la idea.
La séptima temporada de Black Mirror, estrenada el 10 de abril de 2025, presenta seis episodios que abarcan una amplia gama de temas, desde la nostalgia y la pérdida hasta la desigualdad en el acceso a la salud. El episodio "Apología", por ejemplo, ha sido elogiado por su enfoque emotivo y su exploración de la pérdida a través de la tecnología, mientras que "Una pareja cualquiera" se centra en el acceso desigual a la atención médica, un tema profundamente relevante en la actualidad.
Pero la serie no solo se enfoca en las implicaciones emocionales de la tecnología; también examina sus consecuencias sociales y políticas. Brooker expresa su preocupación por la normalización de escenarios tecnológicos inquietantes, citando como ejemplo el servicio de protección personal Protector, lanzado en Los Ángeles, que considera un servicio que podría facilitar actos criminales. Su preocupación se extiende a la influencia de los ejecutivos tecnológicos en la política, expresando su decepción (aunque no sorpresa) por el apoyo de este sector a figuras políticas controvertidas.
La serie, además, continúa con su estilo de sátira social, como se evidencia en la creación del personaje de "Mona Javadi", un ejecutivo malvado de una plataforma de streaming que, según Brooker, no pretendía ser una parodia directa de Bela Bajaria, directora de contenidos de Netflix, aunque las similitudes son innegables.
En resumen, la séptima temporada de Black Mirror no solo ofrece una dosis de ciencia ficción inteligente y perturbadora, sino que también sirve como un espejo que refleja nuestras propias preocupaciones y dilemas en un mundo cada vez más dominado por la tecnología. La serie invita a la reflexión sobre el rumbo que estamos tomando y las consecuencias, tanto positivas como negativas, de la innovación tecnológica en nuestras vidas.