La trágica desaparición de Ezequiel Vergara en Villa La Angostura: La historia de una amistad y una búsqueda desesperada

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El hallazgo del cuerpo de Ezequiel Vergara en Villa La Angostura conmovió a la comunidad. Su amigo, el bombero Ismael Ayala, relata la búsqueda y el dolor de la pérdida en una conmovedora historia de amistad y vocación.

La tranquilidad de Villa La Angostura se vio interrumpida por la trágica desaparición de Ezequiel Matías Vergara, un joven de 28 años que fue encontrado sin vida el domingo luego de tres semanas de intensa búsqueda. Su historia, sin embargo, trasciende el simple hecho policial, transformándose en un relato emotivo de amistad, solidaridad y el inquebrantable espíritu de servicio de un bombero que era también amigo del joven desaparecido. Ismael Ayala, un rescatista con amplia experiencia en las montañas que rodean Villa La Angostura, no solo era un bombero; también era amigo de Ezequiel y de su tío. Cuando Ezequiel desapareció el 21 de marzo, dejando un misterioso mensaje escrito en la pared de su casa: "Estoy cansado de lastimar gente. No es lo que quiero. No se justifica. Siento que estoy enfermo. Mando luz y amor para quienes amo", Ismael no dudó en emprender la búsqueda. Su relato, compartido en redes sociales y medios locales, conmueve por su sinceridad y la profunda tristeza que refleja. Acompañado por su hermano y el tío de Ezequiel, Ayala se adentró en las montañas, utilizando fotos y videos que el tío le mostró de los lugares que Ezequiel frecuentaba. "Con cada imagen que me mostraba, trazaba una ruta mental, como un mapa de afecto", explica en su carta. La búsqueda se volvió cada vez más peligrosa y exigente, pero la determinación de Ayala, alimentada por la amistad y su vocación, lo impulsó a seguir adelante, incluso cuando el tío ya no pudo continuar. Tras encontrar la mochila y luego la campera de Ezequiel, Ayala describe el momento culminante de la búsqueda: "El terreno se volvía cada vez más riesgoso, escarpado. Pero con precaución, trepé. Cada paso era una mezcla de tensión y esperanza... Y ahí estaba. A menos de un metro. El cuerpo de Ezequiel." El hallazgo, en un cañadón de difícil acceso, generó una mezcla de dolor y alivio. Ayala no se presenta como un héroe, sino como un amigo que cumplió con su deber y su promesa tácita de ayudar a la familia a despedirse. "Solo quería ayudar a su familia. Darles la posibilidad de despedirse, de cerrar una etapa. Esa fue mi manera de honrar la amistad y de cumplir con mi vocación", expresa con humildad. La autopsia reveló que Ezequiel murió a causa de politraumatismos graves, dejando abierta la posibilidad de un accidente o una decisión autodeterminada. Sin embargo, el enfoque de esta historia se centra en la búsqueda, en la amistad entre Ayala y Ezequiel, y en el dolor compartido de una comunidad conmovida por la pérdida de un joven y la entrega desinteresada de un bombero que demostró valentía y compasión en momentos difíciles. El legado de Ezequiel Vergara y la acción de su amigo bombero perdurarán como un testimonio de la fuerza de la amistad y la importancia de la solidaridad en momentos de profunda tristeza.
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