Mientras River Plate realiza una inversión millonaria en refuerzos, dos jóvenes de la cantera, Franco Mastantuono e Ian Subiabre, se destacan como figuras clave del equipo. Su ascenso, impulsado por las Inferiores y la Selección Argentina Sub 20, desafía la tendencia de priorizar compras costosas sobre la formación interna.
El paso de las Inferiores a la Primera División es un salto significativo para cualquier joven futbolista. La presión, la competencia y el peso de la camiseta de un club grande como River Plate multiplican el desafío. Los entrenadores suelen optar por una integración gradual, evitando sobrecargar a los jugadores jóvenes con responsabilidades excesivas. Sin embargo, la realidad en muchos clubes es que la presión por resultados inmediatos lleva a priorizar las compras millonarias, dejando a las promesas de la cantera en un segundo plano.
En el contexto del mercado de fichajes más costoso de la era Gallardo, con jugadores adquiridos por cifras millonarias en dólares, dos jóvenes de 17 y 18 años, Franco Mastantuono e Ian Subiabre, emergen como las figuras más brillantes de River Plate. Su talento, frescura, disciplina táctica y hambre de triunfo contrastan con la irregularidad del equipo, ofreciendo una señal esperanzadora.
El trabajo incansable de las Inferiores de River es fundamental. Si bien no son los primeros ni los últimos jugadores surgidos de la cantera en alcanzar la élite (recientemente, Etcheverry fue vendido al Manchester City por una fortuna), su participación en la Selección Argentina Sub 20 ha sido crucial. El roce internacional, el ritmo de juego y la experiencia adquirida en el Sudamericano Sub 20, donde lograron la clasificación al Mundial, han acelerado su crecimiento y les han brindado la madurez necesaria para destacar en Primera.
Mastantuono, a sus 17 años, se ha convertido en el conductor del equipo en los últimos partidos. Su sentido de pertenencia, madurez futbolística y actitud protagónica lo colocan por encima de muchos de los fichajes estrella. Subiabre, por su parte, ha demostrado un impacto inmediato desde el banco de suplentes, aportando goles y dinamismo al juego del equipo.
Este éxito desafía la tendencia de priorizar las compras millonarias por encima de la inversión en la formación interna. La historia de Mastantuono y Subiabre demuestra que el mejor mercado de River Plate, en ocasiones, se encuentra en su propia casa, en la dedicación y el talento de sus jóvenes promesas. La apuesta por la formación, combinada con una adecuada integración al primer equipo, puede generar resultados sorprendentes y construir un futuro sólido para el club. El caso de estos dos jóvenes es un ejemplo claro de cómo la paciencia y la confianza en el talento local pueden ser la clave del éxito.