Las elecciones en Alemania arrojan un panorama político complejo: victoria de la CDU, récord histórico para la AfD y la difícil tarea de formar gobierno para Friedrich Merz.
Las elecciones generales en Alemania han concluido con un resultado que redefine el mapa político del país. La Unión Demócrata Cristiana (CDU), liderada por Friedrich Merz, se ha alzado con la victoria, obteniendo aproximadamente el 30% de los votos, según las proyecciones. Sin embargo, este triunfo se ve ensombrecido por el sorprendente ascenso de la Alternativa para Alemania (AfD), la fuerza de extrema derecha, que ha registrado un resultado histórico, rozando el 20% y convirtiéndose en la segunda fuerza política del país. Este resultado representa un fuerte aumento en su apoyo popular y una señal preocupante para la estabilidad del sistema político alemán.
El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), del actual canciller Olaf Scholz, sufrió una contundente derrota, quedando relegado al tercer lugar con tan solo el 16% de los votos. Scholz reconoció la amarga derrota, mientras que Merz y los líderes de la AfD celebraron sus respectivos resultados. La victoria de Merz, sin embargo, no garantiza un camino fácil hacia la formación de gobierno. Con un resultado electoral fragmentado, la CDU se enfrenta al reto de construir una coalición estable. Merz ha descartado explícitamente cualquier alianza con la AfD, un veto que complica notablemente sus opciones de gobernabilidad, ya que deja a los socialdemócratas y a los Verdes como potenciales socios de coalición.
La campaña electoral estuvo marcada por una intensa discusión sobre la economía alemana, el mayor desafío al que se enfrenta la nación europea. La promesa de revivir la economía, más la ola de atentados mortales que convirtieron la migración y la seguridad en temas centrales, definieron el debate político. Las encuestas previas a la votación ya apuntaban a un triunfo de la CDU, pero la significativa victoria de la AfD, refuerzada por sucesos como el atropello mortal de una madre y su hija presuntamente cometido por un migrante, es un dato que no puede ser ignorado.
El liderazgo de Merz representa un alejamiento claro de la política centrista de Angela Merkel, su antecesora. Su postura más dura en materia de migración, incluso buscando apoyos en el parlamento de la ultraderecha, ha generado debate y preocupación. La reacción a los resultados ha sido variada: mientras Merz ha destacado la necesidad de recuperar la confianza internacional, Scholz ha recalcado su rechazo a cualquier alianza con la extrema derecha, manteniendo una postura firme ante el auge del partido AfD, cuya líder, Alice Weidel, ha mostrado una actitud de colaboración con otras fuerzas políticas, incluyendo la CDU.
El análisis de expertos señala la dificultad de formar gobierno para Merz, dado el rechazo a cualquier tipo de coalición con la AfD (el llamado “Brandmauer” o cortafuegos contra la extrema derecha). Las posibles coaliciones con los socialdemócratas o con los Verdes presentan sus propias dificultades, teniendo en cuenta las diferencias ideológicas en temas clave como la economía y la inmigración. La formación de un gobierno estable se presenta como un desafío crucial para Alemania en este momento político convulso. El futuro dependerá de la capacidad de negociación de Merz y la disposición de otros partidos para alcanzar acuerdos que garanticen la gobernabilidad del país.