Mon Laferte revela en una conmovedora carta abierta los traumas de su infancia, los abusos sufridos, su lucha contra el cáncer y la parálisis facial, y el arduo camino para recuperar su voz y su lugar en el mundo del arte.
Mon Laferte, la reconocida cantante y artista visual chilena, ha compartido un desgarrador testimonio en sus redes sociales, revelando detalles íntimos de una vida marcada por el abuso, la enfermedad y la lucha constante por la superación. Su relato, publicado en respuesta a críticas recibidas por su exposición de arte, se ha convertido en un poderoso testimonio de resiliencia y una reivindicación de su lugar en el mundo artístico.
Desde temprana edad, Mon Laferte enfrentó situaciones extremas. La violación a los 7 años marcó el inicio de una infancia difícil, seguida por el consumo de drogas a los 11 y la experiencia de abuso por parte de un hombre mayor que se hacía pasar por su mánager durante varios años. Este abuso, que incluía la explotación económica, la obligó a cantar en las calles y bares para sobrevivir, mientras simultáneamente cuidaba a su abuela postrada tras un derrame cerebral.
A los 18 años, una oportunidad en televisión le ofreció un respiro económico, pero el acoso sexual por parte de un productor musical la obligó a enfrentarse a nuevos desafíos. A pesar de las dificultades, logró juntar ahorros y emigró a México a los 23 años, donde continuó su lucha en un entorno complicado, incluso escapando de situaciones peligrosas en medio del auge del crimen organizado.
En su camino hacia el éxito internacional, Mon Laferte tuvo que superar el diagnóstico de cáncer de tiroides. La cirugía le provocó una parálisis facial que la dejó sin poder mover el lado derecho de su rostro durante dos meses y casi le arrebató la voz. Con la tenacidad que la caracteriza, se sometió a una ardua rehabilitación vocal, regresando a los escenarios apenas dos meses después de la operación, a pesar de las recomendaciones médicas.
El testimonio de Mon Laferte también incluye la confesión de intentos de suicidio y una batalla contra el alcoholismo. Pese a todo, la música y la pintura fueron sus salvavidas. Mientras la música le permitía subsistir, la pintura se convirtió en un refugio terapéutico que le ayudó a procesar el dolor y los traumas acumulados.
Con ocho discos publicados y más de mil obras como artista plástica, Mon Laferte reflexiona sobre su trayectoria y su lugar en el mundo del arte, cuestionando las estructuras y los privilegios en el ámbito artístico. Reconoce sus inseguridades y las dudas sobre su talento, pero destaca su perseverancia y su amor por el arte como fuerzas impulsoras en su vida. Su testimonio es una poderosa afirmación de su derecho a ocupar su espacio, sin pedir disculpas ni sentir la necesidad de justificarse.
En conclusión, el relato de Mon Laferte es un llamado a la empatía y la reflexión sobre las experiencias de abuso, las luchas contra la enfermedad, y la perseverancia ante la adversidad. Es una historia desgarradora, pero a la vez, profundamente inspiradora.