El sorpresivo despido de Sonia Cavallo, hija de Domingo Cavallo, como embajadora ante la OEA, expone la volatilidad política del gobierno de Javier Milei y su estilo de liderazgo. Analizamos las causas detrás de esta decisión y sus implicaciones para la política exterior argentina.
El despido fulminante de Sonia Cavallo como embajadora argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sacudido la escena política argentina. Esta decisión, tomada por el presidente Javier Milei, no ha sido una sorpresa para quienes siguen de cerca su estilo de gobierno, caracterizado por una rápida toma de decisiones y una aparente falta de tolerancia a la disidencia, incluso dentro de su propio círculo. La hija del reconocido economista Domingo Cavallo, quien en su momento fue elogiado por Milei como "el mejor economista de la historia", se ha convertido en la víctima más reciente de lo que muchos han calificado como una "guillotina política".
El contexto del despido es crucial. Apenas días antes, Domingo Cavallo había expresado su preocupación sobre el cepo cambiario en Argentina y la necesidad de una devaluación. Estas declaraciones, en aparente contraposición a las políticas económicas del gobierno de Milei, parecen haber desencadenado una serie de eventos que culminaron con la salida de su hija del cargo. Milei, en una entrevista televisiva, arremetió contra Cavallo con fuertes críticas, pasando de los elogios del pasado a una condena pública, en lo que muchos interpretan como una clara señal de ruptura.
Este episodio se enmarca en una serie de cambios de personal que han afectado al gobierno de Milei desde su asunción. La cifra de funcionarios que han renunciado o sido despedidos alcanza cifras alarmantes, alimentando una percepción generalizada de inestabilidad dentro del ejecutivo. La designación y el posterior despido de Cavallo ilustran la fragilidad de las alianzas y la naturaleza pragmática – algunos dirían, oportunista – del accionar político de Milei. Su designación fue inicialmente interpretada como un gesto de reconocimiento hacia la experiencia del padre, mientras que su despido resalta la importancia de la lealtad incondicional por sobre cualquier otro factor.
Las consecuencias de este despido se extienden más allá de las fronteras nacionales. La representación argentina ante la OEA se ve afectada, creando incertidumbre sobre las futuras relaciones internacionales del país. La decisión de Milei cuestiona su habilidad para mantener la estabilidad política y la confianza tanto interna como externa. La inestabilidad del gobierno argentino se convierte en un tema de interés internacional, con posibles consecuencias económicas y diplomáticas negativas para el país.
La “guillotina” de Milei, como se la conoce popularmente, no solo afecta a los funcionarios de alto rango, sino que también proyecta una sombra de inseguridad sobre la administración pública. La falta de estabilidad y previsibilidad genera desconfianza en el sistema, dificultando la implementación efectiva de políticas a largo plazo. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde llegará esta política de "mano dura" del presidente argentino y qué consecuencias tendrá a largo plazo para el país?