El Manchester United sufrió una humillante derrota 3-1 ante el Brighton, agravando su crisis. El error garrafal de Onana en el tercer gol fue la puntilla, pero la debacle refleja problemas mucho más profundos en el equipo.
El Manchester United está en caída libre. La derrota por 3-1 ante el Brighton en Old Trafford no fue solo una derrota más; fue una muestra más de la profunda crisis que atraviesa el equipo. Si bien el error grosero del portero André Onana en el tercer gol se convirtió en el foco de atención, la realidad es que la debacle refleja una serie de problemas sistémicos que van mucho más allá de un solo jugador.
El partido comenzó con un golpe de realidad. A los cinco minutos, Yankuba Minteh aprovechó un error defensivo para abrir el marcador. Bruno Fernandes empató con un penal a los 23 minutos, pero la alegría fue efímera. El Brighton, con una mayor organización y eficacia, volvió a tomar la delantera en el segundo tiempo gracias a un gol de Kaoru Mitoma a los 60 minutos.
Pero el momento que selló la derrota y encendió la indignación de los fanáticos fue el tercer gol. A los 76 minutos, un centro aparentemente inofensivo de Yasin Ayari superó la barrera de Onana, quien de forma inexplicable falló en la recepción de la pelota, dejándosela servida a Georginio Rutter para el 3-1 definitivo. Este error, no aislado en la trayectoria del arquero camerunés, se suma a una serie de actuaciones inconsistentes desde su llegada al club.
Las estadísticas no mienten. Onana no realizó ninguna atajada y tuvo una precisión del 52% en sus pases, una cifra muy baja para un portero que se destaca por su participación en la construcción del juego. Su valoración posterior al encuentro apenas superó el 5, reflejando la gravedad de su actuación y generando un amplio debate sobre su idoneidad para el puesto.
Sin embargo, señalar solo a Onana como el culpable de la derrota sería una simplificación injusta. Los errores defensivos fueron constantes a lo largo de todo el encuentro, dejando al descubierto las fragilidades estructurales del equipo. La falta de contundencia en ataque y la incapacidad para controlar el juego también contribuyeron a la derrota. Incluso, el ingreso de Alejandro Garnacho en el segundo tiempo no logró cambiar el rumbo del partido, quedando a la deriva.
La autocrítica del entrenador, Rubén Amorim, fue contundente: "Somos el peor equipo en la historia del Manchester United, debemos reconocerlo". Esta declaración, aunque dura, refleja la gravedad de la situación. El equipo se encuentra decimotercero en la Premier League, a solo diez puntos de la zona de descenso.
El desafío para el Manchester United es monumental. La derrota ante el Brighton no es solo un tropiezo, es una señal de alerta que exige una profunda reflexión y una urgente toma de decisiones. El futuro del club depende de la capacidad para identificar y corregir los errores, tanto individuales como colectivos, y para reconstruir una identidad de equipo que ha perdido el rumbo. El próximo encuentro, ante el Rangers en la Europa League, se presenta como una prueba de fuego para saber si el equipo es capaz de reaccionar y salir de esta profunda crisis.