Tras la espectacular explosión del cohete Starship de SpaceX sobre el Caribe, la Administración Federal de Aviación (FAA) ordena una investigación exhaustiva y deja en tierra el megacohete hasta nuevo aviso. Descubre los detalles del incidente, las implicaciones para las futuras misiones espaciales y el impacto de este suceso en la carrera espacial.
La Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos ha ordenado la suspensión de todos los vuelos de prueba del cohete Starship de SpaceX, desarrollado por la empresa de Elon Musk, tras la desintegración del prototipo durante su último vuelo sobre el Caribe. Este suceso, que captó la atención mundial por sus impresionantes imágenes de la lluvia de escombros, ha desencadenado una investigación exhaustiva que determinará cuándo y cómo podrá volver a volar el megacohete.
La FAA exige que SpaceX lleve a cabo una "investigación de accidente", un procedimiento estándar que incluye identificar las causas de la falla y proponer acciones correctivas. Esta investigación será revisada minuciosamente por la agencia antes de que se autorice cualquier nuevo vuelo. SpaceX, por su parte, deberá presentar una solicitud formal para la reanudación de los vuelos, demostrando que se han implementado medidas preventivas para evitar futuros incidentes y garantizar la seguridad pública. La falta de informes de lesiones públicas es un factor positivo, aunque se están investigando posibles daños a la propiedad en las Islas Turcas y Caicos.
El incidente obligó a la FAA a activar brevemente un protocolo de "área de respuesta a escombros", ralentizando o deteniendo el tráfico aéreo en la zona afectada para minimizar riesgos. Numerosos videos y fotografías tomadas por pasajeros de aviones que sobrevolaban la zona muestran la impresionante escala de la explosión y la dispersión de los restos del cohete sobre el océano.
El Starship, el cohete más grande y potente jamás construido, representa un pilar fundamental en las ambiciones de colonización marciana de Elon Musk. Este lanzamiento, la séptima prueba orbital y la primera con una versión mejorada del cohete, incluía significativas mejoras como un diseño más alargado, tanques de combustible más grandes y modificaciones en los sistemas de propulsión y control. También se pretendía probar un innovador sistema de despliegue de satélites. Sin embargo, la falla del cohete pone de manifiesto los desafíos técnicos inherentes a un proyecto de esta magnitud.
Elon Musk ha señalado como indicios preliminares que una fuga de combustible acumuló presión en la cavidad sobre el cortafuegos del motor, desencadenando un incendio que causó la desintegración. SpaceX ha prometido una investigación exhaustiva en colaboración con la FAA. Mientras tanto, la NASA, que planea usar una versión modificada del Starship como módulo de aterrizaje lunar para las misiones Artemis, observa con atención el desarrollo de la investigación y sus implicaciones para sus propios planes.
El incidente, sin lugar a dudas, representa un revés significativo para SpaceX, pero también una valiosa lección para el futuro del programa espacial. La rigurosa investigación de la FAA ayudará a identificar las fallas del sistema, mejorar la seguridad y allanar el camino para el desarrollo de futuros vuelos espaciales seguros y confiables.