El Washington Office on Latin America (WOLA) se une a la comunidad internacional en el lamento por el fallecimiento del expresidente Jimmy Carter. Su partida representa una pérdida significativa para la defensa de los derechos humanos y la democracia a nivel global, dejando un legado perdurable que ha impactado profundamente a América Latina.
Durante su presidencia (1977-1981), Carter marcó un hito al priorizar los derechos humanos en la política exterior estadounidense. En América Latina, esto se tradujo en un distanciamiento de regímenes autoritarios como los de Argentina y Chile. Su administración redujo o eliminó la ayuda militar a estos países, condenó públicamente las violaciones de derechos humanos y trabajó activamente para liberar a prisioneros políticos. Si bien estos fueron cambios cruciales, su aplicación no fue uniforme en toda la región. Mientras se suspendía la ayuda militar a Guatemala en 1977, la asistencia a El Salvador continuó hasta después del asesinato de cuatro religiosas en 1980, un ejemplo de las complejidades y los desafíos inherentes a la aplicación de políticas de derechos humanos en un contexto geopolítico complejo.
La creación de la posición de Subsecretaria de Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios del Departamento de Estado, ocupada por Patricia Murphy Derian, y la expansión del número de funcionarios del servicio exterior dedicados a los derechos humanos, el asilo, el refugio y la migración, fueron también iniciativas clave de su mandato. La aprobación de la Ley de Refugiados de 1980, con la colaboración del Congreso, proporcionó un marco legal para otorgar refugio y asilo a personas que huían de la persecución en todo el mundo, un legado que sigue beneficiando a millones.
La ratificación de los Tratados del Canal de Panamá, devolviendo el control del canal a Panamá, representa un ejemplo sobresaliente del compromiso de Carter con la justicia y el respeto a la soberanía nacional. Este acto simbolizó un cambio significativo en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, transformando la percepción de la región hacia Estados Unidos, de un escepticismo generalizado a una mayor cooperación.
Joe Eldridge, cofundador de WOLA, recuerda: “Él integró los derechos humanos en la política de Estados Unidos hacia el hemisferio y eso perduró a pesar de repetidos intentos de revertirlo. Representó un cambio radical en las relaciones hemisféricas, y literalmente salvó la vida de innumerables personas detenidas que sufrían el trauma de un trato injusto, tortura y encarcelamiento. Su luz penetró en la oscuridad para un sinnúmero de personas encarceladas injustamente por los dictadores que entonces gobernaban la región”.
El activismo de Carter trascendió su presidencia. Con su esposa, Rossalyn, fundó el Centro Carter en 1982, una organización dedicada a promover la paz, la democracia y la salud global. El Centro Carter se convirtió en un referente mundial en la observación electoral y la promoción de la integridad democrática, observando más de 100 elecciones en 39 países. Su presencia y credibilidad en regiones en conflicto contribuyeron a establecer procesos electorales libres y justos, restableciendo la confianza en la democracia e impulsando la participación ciudadana.
El legado del presidente Carter nos recuerda que la lucha por los derechos humanos es una responsabilidad continua que exige valentía, humildad y un compromiso inquebrantable con la justicia. WOLA extiende sus más sentidas condolencias a la familia Carter y a todas las personas cuyas vidas fueron tocadas por su trabajo y el del Centro Carter. Esperamos que su ejemplo inspire a futuras generaciones a continuar su lucha.