El reciente anuncio del romance entre Mauro Icardi y Eugenia "la China" Suárez ha generado una gran repercusión mediática, alcanzando incluso a los hijos de Wanda Nara. Benedicto López, el hijo menor de la empresaria y Maxi López, protagonizó un episodio inesperado al reaccionar al posteo de Icardi en redes sociales, una publicación que mostraba al futbolista junto a la actriz. Inicialmente, Benedicto dejó tres emojis en la publicación: un fuego y dos manos aplaudiendo. Esta breve pero significativa reacción no pasó desapercibida para los seguidores de Icardi, quienes rápidamente inundaron la sección de comentarios con respuestas al hijo de Wanda. Sin embargo, el joven López, al parecer afectado por la ola de reacciones, decidió borrar su comentario y dejar de seguir a Icardi en la plataforma. Este episodio destaca el impacto mediático que alcanza la vida privada de las figuras públicas y la manera en que los hijos, aún siendo menores, se ven involucrados en estos conflictos familiares. La decisión de Benedicto de borrar su comentario sugiere una posible incomodidad o arrepentimiento ante la viralización de su breve expresión de aprobación. La inesperada reacción, que se limitó a simples emojis, se convirtió en una noticia en sí misma, generando numerosas especulaciones y análisis sobre el tema en las redes sociales. Por otro lado, Maxi López, padre de Benedicto, ha optado por mantener un perfil bajo y se ha enfocado en compartir tiernos momentos en familia desde Suiza, donde se encuentra junto a sus hijos durante las vacaciones navideñas. Imágenes de él junto a sus hijos Valentino, Constantino, Benedicto y Elle (su hija menor con Daniela Christiansson) inundaron sus redes sociales, mostrando una imagen de unidad familiar lejos del torbellino mediático que envuelve a su expareja. La reacción de Benedicto, aunque fugaz, suma una capa más a la compleja trama del escándalo Icardi-Suárez-Nara, mostrando la manera en que el conflicto trasciende la esfera de los adultos y llega incluso a los más jóvenes, quienes se convierten en actores involuntarios de un drama mediático de gran magnitud. El episodio sirve también como un recordatorio de la importancia de la privacidad, especialmente en el caso de menores de edad, y los posibles efectos negativos de la exposición pública constante.