El 25 de diciembre de 2024, dos diplomáticos rusos en Argentina se negaron a someterse a un control de alcoholemia en un operativo vial navideño en Recoleta. Este hecho, aparentemente menor, desató una controversia que pone en relieve la compleja interacción entre la inmunidad diplomática y las leyes del país anfitrión. Los funcionarios, Sergei Baldín y Cardmath Solomatin, se atrincheraron en sus vehículos con matrículas diplomáticas, generando un despliegue policial inusual que incluyó la intervención de la Policía de la Ciudad, la Policía Federal Argentina, la Cancillería y el Ministerio de Seguridad.
La Embajada de Rusia emitió un comunicado calificando la situación como "una grave violación del derecho internacional" y alegando que sus vehículos, al ostentar matrículas diplomáticas, gozan de inmunidad ante cualquier parada, registro o embargo, amparados en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Esta convención, de hecho, establece que los diplomáticos no pueden ser arrestados ni procesados penalmente en el país receptor. Sin embargo, el artículo 41, inciso 1, de la misma convención, también estipula que "todas las personas que gocen de privilegios e inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor". Esta aparente contradicción es el corazón del debate.
Argentina, por su parte, se enfrentó a un dilema: por un lado, la necesidad de hacer cumplir sus leyes de tránsito; por otro, el respeto a las normas internacionales que protegen a los diplomáticos. Las autoridades argentinas actuaron con cautela, coordinando acciones con el Departamento de Seguridad Diplomática de la Policía Federal para asegurar el cumplimiento de la ley, escoltando a los diplomáticos hasta la embajada rusa y labrándoles el acta correspondiente. Las actuaciones legales, sin embargo, debieron continuar por los canales federales, limitando las acciones inmediatas.
La circular de 2022 a la que accedió Infobae, clarifica que el cumplimiento de las normas de tránsito por parte de los funcionarios diplomáticos se equipara al de los ciudadanos y residentes del país, subrayando la obligación de respetar las leyes locales, incluso para aquellos con inmunidad diplomática. El hecho de que los diplomáticos se negaran a realizar el test de alcoholemia, a pesar de las explicaciones de los agentes, indica una falta de respeto a esta normativa.
Este incidente generó un debate sobre los límites de la inmunidad diplomática. Si bien esta inmunidad protege a los diplomáticos de acciones legales en el país anfitrión, no los exime del cumplimiento de sus leyes. La Convención de Viena busca un equilibrio entre la protección de los representantes extranjeros y el mantenimiento del orden interno del Estado receptor. El caso de los diplomáticos rusos plantea la necesidad de una interpretación más clara y armonizada de estos principios, así como la importancia de la comunicación y la cooperación diplomática para resolver estos conflictos de forma pacífica y sin afectar las relaciones internacionales.
El incidente también ha desatado la indignación de algunos vecinos de la zona de la embajada, quienes denuncian la presencia de un vallado que obstruye el paso peatonal frente al edificio desde hace casi tres años, un problema que se suma a la controversia del incidente de los diplomáticos.
Las consecuencias de este incidente todavía son inciertas. Si Argentina solicitará explicaciones formales al gobierno ruso o tomará medidas adicionales para evitar situaciones similares en el futuro, aún está por verse. Pero lo que sí queda claro es que este caso ha puesto en el centro del debate público la complejidad y los límites de la inmunidad diplomática en el mundo moderno.