El jueves 19 de diciembre de 2024, la Corte Criminal de Aviñón dictó sentencia en el juicio que conmocionó a Francia y al mundo: el caso Pelicot. Dominique Pelicot, de 72 años, fue condenado a la pena máxima de 20 años de prisión por drogar a su esposa, Gisèle, durante diez años y facilitar su violación por parte de más de 50 hombres. Este juicio, conocido como "el juicio de Mazan", ha marcado un hito en la historia judicial francesa por su duración, el número de acusados y la atrocidad de los crímenes cometidos. El proceso, que duró tres meses, reveló una década de abuso sistemático. Dominique Pelicot drogó a su esposa con tranquilizantes y somníferos, añadiéndolos a su comida y bebida sin su conocimiento. Esto le provocó pérdidas de memoria y desmayos, durante los cuales Pelicot la violó y la ofreció a decenas de hombres reclutados a través de un sitio web ahora prohibido. Estos hombres, de entre 27 y 74 años, provenientes de diversos ámbitos sociales, fueron acusados de violación agravada, intento de violación y agresión sexual. La valentía de Gisèle Pelicot fue fundamental para el desarrollo del caso. A pesar del trauma sufrido, decidió renunciar al anonimato y relató públicamente su historia, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual. Su testimonio impactó profundamente al tribunal y a la opinión pública, generando un debate crucial sobre la violación, los intentos de violación y las agresiones sexuales en Francia, donde más de 200.000 mujeres son agredidas cada año. Ninguno de los 50 coacusados fue absuelto. Las condenas variaron entre tres y 15 años de prisión, aunque fueron significativamente menores a lo solicitado por la fiscalía, que pedía un total de 652 años de cárcel. La sentencia más severa, además de la de Dominique Pelicot, recayó en Romain V., con 15 años de prisión, por haber violado a Gisèle en seis ocasiones. Otros acusados, como Jean-Pierre M., recibieron condenas de 12 años por su participación en los hechos. La condena mínima, de tres años con dos en libertad condicional, fue para Joseph C., por “manoseos” a Gisèle. El veredicto, aunque no satisfizo completamente a la fiscalía ni a las asociaciones feministas, ha sido ampliamente celebrado como un paso significativo en la lucha contra la violencia sexual. La presidenta de la Asamblea Nacional, Yael Braun-Pivet, entre otros, ha elogiado el coraje de Gisèle Pelicot y la importancia de este caso para romper el silencio y los tabúes en torno a la violación. El juicio de Mazan no sólo ha expuesto la crueldad de los actos cometidos, sino que ha abierto un diálogo vital sobre la necesidad de mayor concienciación, prevención y justicia para las víctimas de violencia sexual. El caso Pelicot, sin duda, dejará una profunda huella en la sociedad francesa y servirá como un precedente en la lucha contra este tipo de crímenes.