El Nuevo Gasómetro fue testigo de una noche de furia e indignación. San Lorenzo cerró la Liga Profesional 2024 con una derrota 1-0 ante Tigre, un resultado que desató la bronca contenida de una hinchada harta de la mala campaña y la inestabilidad institucional del club.
El partido en sí fue un reflejo del mal momento azulgrana. Si bien el primer tiempo transcurrió con un juego trabado y pocas situaciones de peligro, la expulsión de Gonzalo Luján a los 19 minutos del segundo tiempo marcó un punto de inflexión. Tras una revisión del VAR, la segunda amarilla se convirtió en una roja directa, dejando a San Lorenzo con diez jugadores.
Con un hombre menos, Tigre aprovechó la superioridad numérica y a los 28' del segundo tiempo, Martín Garay anotó el único gol del partido, aprovechando un centro de Gonzalo Maroni. San Lorenzo, en inferioridad numérica, mostró poca reacción y se dedicó más a discutir con el arbitraje que a buscar el empate.
El resultado final fue la cuarta derrota en los últimos cinco partidos para el Ciclón, una estadística que refleja la profunda crisis deportiva que atraviesa la institución. Pero la derrota fue apenas la chispa que encendió la mecha de la indignación. La hinchada recibió al equipo con silbidos e insultos desde el pitido inicial, un clima de tensión que se incrementó al finalizar el encuentro.
Al finalizar el partido, la bronca de los hinchas explotó. Incidentes en las inmediaciones de la cancha, con hinchas acercándose al alambrado para expresar su repudio hacia los jugadores y la dirigencia, con el grito de “¡Que se vayan todos!” resonando en el estadio. Este hecho se suma a la suspensión previa del partido de la asamblea de socios para votar el balance 2023/24, debido a una protesta de socios inconformes con la gestión del club. El incidente dejó en evidencia una profunda grieta entre la dirigencia y la hinchada.
La derrota ante Tigre y la reacción de la hinchada son solo la punta del iceberg de una crisis que se arrastra hace tiempo en San Lorenzo. Problemas deportivos, una inestabilidad dirigencial y un clima de desconfianza generalizada pintan un panorama complejo que exige soluciones urgentes para la institución.
El análisis de lo sucedido va más allá del resultado deportivo. Se observa una falta de planificación deportiva, una gestión cuestionada y una desconexión evidente entre la dirigencia, el plantel y la hinchada. La situación exige un cambio de rumbo radical para evitar que la crisis se profundice aún más.
El futuro de San Lorenzo parece incierto. Se requiere una profunda autocrítica, una reestructuración interna y un trabajo conjunto entre dirigentes, cuerpo técnico, jugadores y la hinchada para intentar recuperar la confianza perdida y volver a los caminos del éxito.