La actriz Celeste Cid denunció públicamente el hostigamiento que sufre desde hace dos décadas, revelando un calvario de amenazas y persecución. Su testimonio pone en evidencia la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia de género y la necesidad de una respuesta más efectiva del sistema judicial.
La reconocida actriz argentina Celeste Cid conmovió al país al revelar públicamente el horror que ha vivido durante los últimos 20 años: una implacable persecución por parte de un hombre que la ha acosado de manera sistemática, utilizando diferentes medios y estrategias para evadir la justicia. En un extenso comunicado en sus redes sociales, Cid detalló la cronología de los hechos, desde los primeros regalos inquietantes a sus 15 años hasta el reciente encuentro cara a cara con su acosador en Uruguay.
El relato comienza con la recepción de cajas llenas de fotos de la joven Cid recortadas de revistas, acompañadas de decenas de preservativos usados y cartas. Este patrón se repitió a lo largo de los años, intensificándose con la llegada de las redes sociales. El acosador, cuya identidad se mantiene en reserva por razones de seguridad, contactó a Cid y a sus seres queridos a través de múltiples cuentas, evadiendo bloqueos y medidas de seguridad.
El hostigamiento escaló en intensidad y gravedad, incluyendo amenazas que han generado un profundo miedo en la actriz. Incluso, logró eludir una orden de restricción, presentándose en la Feria del Libro de Uruguay, donde Cid se encontraba presentando su libro. La intervención policial fue crucial para evitar un encuentro directo más traumático, pero el incidente subraya la falta de protección adecuada para las víctimas de acoso sistemático.
La experiencia de Cid va más allá del simple acoso. Refleja un problema más profundo en el sistema de justicia, que, según la actriz, deja a las mujeres en una situación de vulnerabilidad y encierro, mientras que los acosadores no reciben el tratamiento adecuado para su salud mental. El proceso legal, repetitivo y desgastante, genera impotencia y frustración en la víctima, que se ve obligada a revivir constantemente el trauma. Cid destaca la sensación de estar “encerrada”, protegida por medidas de seguridad como un botón antipánico y custodia policial, mientras el agresor sigue en libertad.
La actriz agradeció el apoyo de la fiscalía y su abogada, quienes la han acompañado durante el proceso. Asimismo, reconoció la solidaridad de las muchas mujeres que se han contactado con ella, compartiendo historias similares de acoso y persecución a lo largo de los años. Este testimonio se convierte en un llamado de atención a la sociedad, instando a las víctimas a denunciar, a pesar de la complejidad, el tiempo y la angustia que este proceso implica. La visibilización del caso de Cid es un paso fundamental para romper el silencio y exigir un cambio en la forma en que se aborda la violencia de género en Argentina, y en el mundo.
El relato de Celeste Cid no solo es una historia personal de sufrimiento, sino una denuncia contundente del sistema y un llamado a la acción para proteger a las mujeres de la violencia y el acoso. Su valentía al compartir su experiencia contribuye a una necesaria toma de conciencia sobre la importancia de la denuncia, la protección de las víctimas y la búsqueda de soluciones más efectivas para combatir este tipo de violencia.