Cinco años después del devastador incendio que conmocionó al mundo, la Catedral de Notre Dame de París celebró su primera misa, un emotivo evento que simboliza la resiliencia de la ciudad y la nación francesa.
El 8 de diciembre de 2024, la Catedral de Notre Dame de París abrió sus puertas para la primera misa desde el catastrófico incendio de 2019. Este evento trascendió lo religioso, convirtiéndose en un poderoso símbolo de la capacidad de París para renacer de las cenizas. Con un ambiente cargado de incienso y la luz de los candelabros tradicionales y focos modernos que iluminaban la intrincada piedra tallada, la catedral resurgió, restaurada en su grandeza tras más de cinco años de ardua reconstrucción.
La misa matutina, presidida por el arzobispo Laurent Ulrich, incluyó la consagración de un nuevo altar de bronce. Asistieron cerca de 2.500 personas, entre ellas el presidente francés Emmanuel Macron, clérigos, dignatarios e invitados especiales, en una ceremonia a puerta cerrada. Participaron casi 170 obispos de Francia y el mundo, sacerdotes de las parroquias de París y de las iglesias católicas de rito oriental, junto con fieles de esas comunidades. Macron, respetando la laicidad del Estado francés, no participó en la comunión. Posteriormente, se celebró una segunda misa vespertina para el público general, con entradas que se agotaron en tan solo 25 minutos, reflejando la inquebrantable fascinación que Notre Dame ejerce sobre el mundo.
Para los católicos, la misa marcó el renacimiento del corazón espiritual de París, un lugar de fe centenaria. Para el mundo entero, representó la resurrección de un ícono del patrimonio mundial. El evento se caracterizó por la solemnidad y la esperanza, con asistentes describiendo la experiencia como una ocasión personal y colectiva, llena de asombro y reverencia. Muchos se tomaron fotos y selfies frente al altar, el baptisterio y los rosetones, mezclando la alegría con la profunda espiritualidad.
Fuera de la catedral, cientos de personas se congregaron a lo largo del Sena para presenciar el evento histórico desde la distancia, a pesar del clima lluvioso y frío. La estricta seguridad, similar a la de los Juegos Olímpicos de París, garantizaba la protección de los dignatarios y el público, subrayando la importancia de la ocasión. La restauración de Notre Dame fue un esfuerzo monumental, financiado por casi mil millones de dólares en donaciones globales. Se superaron desafíos como la contaminación por plomo y los retrasos causados por la pandemia de COVID-19. El proyecto, liderado por el arquitecto Philippe Villeneuve, incluyó la instalación de sistemas de prevención de incendios de última generación.
La restauración no solo abarcó lo físico; se trató de restaurar el alma de la nación, según Villeneuve. La catedral, con su aguja perforando nuevamente el cielo parisino, está preparada para retomar su papel como faro global de fe y arte, atrayendo a un número estimado de 15 millones de visitantes anualmente. El arzobispo Ulrich anunció una 'octava' de celebraciones, ocho días de servicios religiosos especiales hasta el 15 de diciembre, abiertos a diversos grupos, resaltando la función de Notre Dame como un centro espiritual unificador. La reapertura completa para el público se realizará el 16 de diciembre de 2024 a través de un sistema de reservas online.