Tomiko Itooka, una mujer japonesa de 116 años, ha capturado la atención del mundo no solo por su impresionante longevidad sino por sus hábitos saludables, que según muchos, son la clave para su longevidad. Itooka, nacida en 1908, ha sido reconocida recientemente por Guinness World Records como la persona más vieja del mundo, y sus secretos para una vida larga y saludable han generado interés y admiración a nivel mundial.
Con más de un siglo de vida, Itooka es un símbolo de resiliencia, fortaleza y longevidad. Su rutina diaria, dieta y estilo de vida se han convertido en un punto de referencia para aquellos que buscan entender los factores detrás de una vida longeva y plena. Lejos de seguir complicados consejos de salud o dietas estrictas, Itooka ha mantenido una vida sencilla y natural, lo que ha dado lugar a especulaciones sobre la simplicidad de sus hábitos como fórmula para una larga vida.
La historia de Tomiko Itooka es un ejemplo inspirador de cómo los pequeños hábitos diarios pueden influir en la longevidad y bienestar. Su amor por la naturaleza, su espíritu activo y su enfoque minimalista hacia la alimentación revelan una perspectiva única sobre el envejecimiento y la salud.
Una vida llena de desafíos y logros
Tomiko Itooka nació el 23 de mayo de 1908 en Osaka, Japón, una época en la que el mundo experimentaba cambios tecnológicos, como la transmisión de mensajes de radio a larga distancia desde la Torre Eiffel y los primeros vuelos públicos de los hermanos Wright. Desde temprana edad, Itooka mostró ser una persona de gran determinación y fortaleza. Estudió en la Osaka Jogakuin Junior and Senior High School, donde fue miembro del equipo de voleibol. Su juventud estuvo marcada por la participación en actividades deportivas y la formación de una mentalidad resiliente.
A sus 20 años, se casó y se convirtió en madre de cuatro hijos. Sin embargo, la verdadera prueba de su carácter llegó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su esposo, que operaba una fábrica textil en Corea del Sur, fue llamado al frente de batalla. En medio de la incertidumbre y los retos de la guerra, Itooka asumió la dirección de la fábrica, mostrando su capacidad para liderar y superar la adversidad. Este episodio en su vida la forjó como una mujer fuerte y decidida, cualidades que la acompañarían a lo largo de su extensa vida.
A lo largo de más de un siglo de vida, Itooka ha sido testigo de innumerables cambios históricos, sociales y tecnológicos. En 2018, al cumplir 110 años, se convirtió en supercentenaria, un título reservado para aquellas personas que superan los 110 años de edad. Tras el fallecimiento de María Branyas Morera en 2024, Itooka fue reconocida oficialmente como la persona más vieja del mundo por Guinness World Records.
Dieta sencilla, vida plena
Uno de los factores que más ha despertado la curiosidad sobre Tomiko Itooka es su dieta, que se ha mantenido simple pero constante durante décadas. A diario, Itooka consumía bananas y una bebida sabor yogurt conocida como Calpis, productos que, según ella, han sido clave para su longevidad y bienestar.
La banana era uno de los alimentos favoritos de Itooka y una constante en su alimentación diaria. Esta fruta, rica en potasio, fibra y vitaminas, es conocida por sus beneficios para la salud, como la regulación de la presión arterial, mejora de la digestión y aporte de energía sostenida. La elección de la banana como alimento básico subraya la idea de que los alimentos naturales y no procesados pueden tener un impacto positivo en la salud y longevidad.
Calpis, por otro lado, es una bebida fermentada popular en Japón que combina leche con bacterias lácticas. Se ha consumido durante más de un siglo y es conocido por sus posibles beneficios para la digestión y el sistema inmunológico. Tomiko bebía Calpis todos los días, lo que podría haber contribuido a su bienestar digestivo y a fortalecer su salud general.
Estos sencillos hábitos alimenticios, alejados de dietas complicadas o recomendaciones modernas, han llevado a muchos a reflexionar sobre el poder de la simplicidad en la alimentación y el impacto de una dieta equilibrada en la longevidad.
El poder del movimiento
Más allá de su alimentación, otro de los hábitos que marcó la vida de Tomiko Itooka fue su amor por el deporte y la actividad física. Sorprendentemente, comenzó a practicar alpinismo en su séptima década de vida. Esta actividad, que requiere resistencia física, concentración y determinación, no era solo un pasatiempo para Itooka, sino una forma de desafiar los límites de su cuerpo y espíritu.
Entre las montañas que logró escalar se encuentra el Monte Ontake, una de las cumbres más altas de Japón con 3.067 metros de altura. En una hazaña que sorprendió a muchos, Itooka completó esta ascensión usando zapatillas deportivas en lugar de botas de montaña tradicionales. A sus 100 años, escaló los largos y desafiantes escalones de piedra del Santuario Ashiya sin la ayuda de un bastón, demostrando así su impresionante capacidad física y equilibrio.
Además, a los 80 años, participó en la peregrinación de los 33 Kannon de Osaka, un extenso recorrido por 33 templos que destacó su resistencia física y devoción espiritual.
Una vida inspiradora
A sus 116 años, Tomiko Itooka sigue siendo un símbolo de longevidad y vitalidad. Tras el fallecimiento de María Branyas Morera a los 117 años, Itooka se convirtió en la persona más vieja del mundo.
Su estilo de vida, que combina hábitos alimenticios simples, actividad física constante y una perspectiva positiva hacia la vida, continúa inspirando a personas de todo el mundo. La historia de Tomiko Itooka nos recuerda que la longevidad no se trata solo de genes, sino también de un enfoque consciente hacia la vida, con hábitos saludables y una mentalidad positiva.