El mundo del cine francés está de luto por la muerte de Michel Blanc, un actor icónico que conquistó al público con su talento para la comedia y su versatilidad en la interpretación. El artista, conocido por su papel como Jean-Claude Dusse en la película 'Los Bronceados', falleció a los 72 años por un paro cardíaco.
Blanc comenzó su carrera en la década de 1970 como parte de la troupe de actores y cómicos de Le Splendid, un café-teatro en el barrio de Montparnasse de París. Allí se destacó por sus interpretaciones de perdedores simpáticos en diversos sketches y comedias, dejando una huella imborrable en el humor francés.
Su salto al cine llegó de la mano de directores como Bertrand Tavernier y Roman Polanski, participando en películas como 'Que empiece la fiesta' (1975), 'Los inquilinos' (1977) y 'El quimérico inquilino' (1976). Sin embargo, fue su papel en 'Los Bronceados' (1978), donde encarnó al patoso y desesperado Jean-Claude Dusse, el que lo consagró como una estrella del cine francés. Esta película también marcó el comienzo de una fructífera colaboración con el director Patrice Leconte, con quien Blanc trabajó en otras siete películas, incluyendo las secuelas 'Los Bronceados hacen ski' (1979) y 'Los Bronceados 3: Amigos de por vida' (2006).
Pero Michel Blanc no se limitó a la comedia. Tras el éxito de 'Los Bronceados', buscó desafiarse a sí mismo y explorar otros registros. En 'Traje de etiqueta' (1986), de Bernard Blier, interpretó a un hombre que descubre su homosexualidad, por la que obtuvo el premio a la mejor interpretación en el Festival de Cannes y su primera nominación a los César como actor. Su segunda nominación llegó con 'Monsieur Hire' (1989), otra de sus colaboraciones con Leconte y una de sus películas más celebradas.
En la década de los noventa, Blanc continuó expandiendo su repertorio y trabajando con directores de diferentes nacionalidades. Participó en películas como 'Los libros de Próspero' (1991), de Peter Greenaway; 'Prêt-à-porter' (1994), de Robert Altman; y 'El monstruo' (1994), de Roberto Benigni. Además de su faceta como actor, Blanc también se aventuró en la dirección, dirigiendo películas como 'Marche à l'ombre' (1984) y 'Besen a quien quieran' (2002), que logró un gran éxito comercial en Francia.
La muerte de Michel Blanc deja un vacío en el cine francés. Su talento, carisma y versatilidad lo convirtieron en una figura inolvidable que inspiró a generaciones de actores y directores. Su legado, sin duda, perdurará a través de sus memorables personajes y su contribución al desarrollo del cine francés.