En un escalamiento sin precedentes de la tensión en Oriente Medio, Irán lanzó un ataque con misiles balísticos contra Israel, disparando alrededor de 200 misiles desde su territorio. El ataque se produjo en respuesta a las muertes de Ismail Haniyeh, líder de Hamas, Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, y Abbas Nilforoushan, comandante de la fuerza iraní.
El ejército israelí activó las sirenas de alerta antiaérea en todo el país y desplegó sus sistemas de defensa aérea, derribando la mayoría de los misiles. Los misiles que no fueron interceptados causaron daños materiales en algunas zonas, pero no se registraron víctimas.
La Guardia Revolucionaria de Irán confirmó el ataque, advirtiendo que si Israel responde, sufrirá “ataques demoledores”.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó al ejército estadounidense ayudar a la defensa israelí y derribara los misiles lanzados por Teherán. La Casa Blanca dijo que Biden está monitoreando la situación desde la sala de situación y está recibiendo actualizaciones periódicas de sus equipos de seguridad nacional.
El ataque de Irán se produce en medio de una escalada de violencia en la región. Israel ha estado llevando a cabo una ofensiva contra Hamas en la Franja de Gaza y contra Hezbolá en el Líbano.
La comunidad internacional ha condenado el ataque de Irán, instando a la calma y a la desescalada del conflicto. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió un alto el fuego inmediato, afirmando que “esto debe parar”.
Este último ataque aumenta el riesgo de una guerra total entre Israel e Irán, con graves consecuencias para la región.
