Alejo Escos, un nombre que evoca recuerdos de gloria en el fútbol argentino, ha encontrado un nuevo hogar en Estados Unidos. Este ex jugador de Temperley, quien brilló en el club de sus amores, ha trasladado su pasión por el deporte a las canchas de Los Ángeles, donde enseña fútbol a jóvenes y adultos.
Su historia es un viaje fascinante que lo llevó desde la cima del fútbol argentino a la tranquilidad de California, donde disfruta de una vida serena y exitosa.
Escos, quien fuera campeón con Temperley y ascendió a la Primera División, dejó su huella en el club de sus amores. Pero la vida le deparó un nuevo destino, uno que lo llevó a Ecuador, Colombia y finalmente a Estados Unidos, donde jugó como profesional y decidió establecerse permanentemente.
“Extraño muchas cosas de Argentina, y Temperley es una de ellas. Pasé más de diez años en ese lugar”, confiesa Escos. Pero la calidez de Los Ángeles lo cautivó: “La verdad es que aquí estoy excelente. Se vive bien”, comenta, sin poder resistirse al encanto de la ciudad angelina. “Es un lugar hermoso, con buen clima todo el año. Nunca hace frío. Los que tenemos el lujo de vivir acá no nos podemos quejar de nada. No importa quién gane las elecciones ahora, si Donald Trump o Kamala Harris, aquí se va a vivir bien de cualquier manera”.
Alejo Escos no abandonó su pasión por el fútbol. Aunque guardó la gloria en un cajón que de vez en cuando abre para recordar viejos tiempos, sigue los partidos de Temperley a distancia. “Tengo todos los canales argentinos, así que me entero de todo lo que pasa allá”. Ahora, su vida gira en torno a la enseñanza del fútbol, su nueva fuente de satisfacción.
“Tengo una escuelita donde enseño a personas de todas las edades, desde los tres años hasta los 60”, cuenta Escos con orgullo. Entre sus alumnos, ha formado a jóvenes que luego llegaron al fútbol profesional, una fuente de satisfacción que lo llena de alegría. “En realidad, es trabajar con chicos, que es lo más hermoso que hay”, admite con humildad.
Su trabajo lo realiza en el Glendale Sports Complex, un predio que describe como “hermoso” y “exótico”: “Es un lugar rodeado de montañas. A veces, cuando vas por la mañana, puedes encontrarte con todo tipo de animales en la zona. Llegué a ver tigres, pero no es peligroso; bajan, y cuando te ven, vuelven a subir a la montaña”.
Su rutina en Los Ángeles comienza temprano, cerca de las seis de la mañana, cuando suena el despertador. A las ocho ya debe estar en el predio para la primera clase, donde imparte clases grupales con un máximo de diez personas por hora, lo que le asegura un buen ingreso. “En las clases grupales, cobro 30 dólares por persona. Por la tarde, doy clases particulares. Mucha gente tiene casas con jardines grandes, y voy a domicilio. En esos casos, cobro 100 dólares la hora”.
En Estados Unidos, el pago es directo y sin vueltas. “Aquí no dan vueltas para pagarte. Termina la hora y te dan el dinero. No existe el ‘después te pago’ tan típico de los argentinos”, explica Escos entre risas.
La llegada de Lionel Messi a la MLS ha generado un gran interés por el fútbol en Estados Unidos, algo que Escos ha notado en sus clases: “Por supuesto, creció mucho el interés. Sabemos que lo que genera el fútbol aquí no es igual que en la Argentina. Sin embargo, sí se vio más entusiasmo en Los Ángeles tras su arribo al Inter Miami”.
La vida en Los Ángeles le ha permitido a Escos codearse con celebridades, una experiencia que guarda con especial cariño. Una de las historias más curiosas está vinculada a su ídolo, Marlon Brando. “Yo le daba clases de fútbol a un chico que venía con su madre. Vivían en una mansión enorme. Después de cada clase, llevaba al chico a su casa”, recuerda. “Al tiempo, me enteré de que el chico era hijo de Marlon Brando. Sin embargo, él nunca se mostraba ni salía a saludar cuando dejaba al chico”.
Escos destaca que, en Los Ángeles, la gente no es tan entusiasta a la hora de acercarse a las figuras públicas: “Aquí no son tan fanáticos como en la Argentina. Brad Pitt también estuvo cerca del complejo varias veces, pero nadie lo molestaba. Es algo que siempre me llamó la atención”.
La historia de Alejo Escos es un testimonio de la capacidad humana para adaptarse y encontrar nuevas pasiones. Desde la gloria en Temperley hasta la enseñanza del fútbol en Los Ángeles, su vida es un reflejo de la fuerza y la determinación que lo han guiado a lo largo de su camino.