Netflix ha estrenado una de sus películas originales más ambiciosas del año, pero esta aventura con una base genial necesitará de más desarrollo para dejar de ser una anécdota olvidable.

Que las plataformas de streaming tienen la capacidad para crear fenómenos de masas es obvio. Al fin y al cabo, la mayoría de seres célebres de la última década son producciones originales de Netflix, HBO o Prime Video y muchas son fenómenos con fans alrededor del mundo. Sin embargo, en cuanto a las películas la cosa sigue siendo distinta. Sí, hay muchas películas que triunfan en plataformas, incluso que arrasan en visualizaciones, pero parece que el hecho de convertirse en fenómeno es algo que sigue reservado para las películas que pasan por las salas.

Más allá de que alguna película de Netflix pueda tener una secuela de éxito como pueden ser Enola Holmes, Puñales por la espalda o Tyler Rake, es cierto que parece difícil que Netflix vaya a estrenar una película que pueda convertirse en un Harry Potter, en un Star Wars, en un, aunque sea, Los juegos del hambre o Crepúsculo. Y hablamos de Netflix porque es la plataforma más popular y que, probablemente, esté más cerca de lograrlo. Eso sí, creemos que con Rebel Moon ha vuelto a mostrar que está lejos. Querríamos pensar que lo puede conseguir con Los feos, estrenada el 13 de septiembre, pero lo vemos todavía más difícil.

Dirigida por McG (irregular director películas como Los ángeles de Charlie y The Babysitter), la película es una adaptación de la novela juvenil de Scott Westerfeld que forma nada más y nada menos que una saga de cuatro libros. Hablamos de un tono realmente similar a otras como Crepúsculo, Los juegos del hambre, Sombra y hueso, Divergente, Divergente, etc, etc. Es decir, una con toques de ciencia ficción, crítica social bastante masticadita y una protagonista femenina catalogada como "fea", masculina o asocial en su universo (cuando evidentemente no lo es), entre dos atractivos pretendientes que se enfrentan. Pero lo cierto es que Los feos parte de una premisa más sencilla pero interesante que la mayoría desde su propio título. La película nos lleva a un mundo donde todos se operan a los 16 años para quitarse sus defectos y convertirse en "guapos". Hasta entonces viven aislados en una especie de internado donde sueñan con crear su yo mejorado, y después viven una vida de fiesta y bacanal sin hacer ni preocuparse por nada. Pero, por supuesto, no tardan en aparecer rebeldes que quieren acabar con ese estilo de vida e intentar recuperar la idea de que los defectos físicos y la vida real, con errores y arrugas, es mejor.

La idea encierra lecturas potencialmente apasionantes sobre la era de las redes sociales, la cosificación estética y la presión social que atraviesan todos los jóvenes que forman su mente y sus cuerpos en la era de los filtros de Instagram y los fotomontajes con IA. Sin embargo, estas armas se dejan a un lado en favor de una aventuras repleta de elementos de ciencia ficción poco inventivos, un sentido realmente cutre de los espacios y la ambientación y, de nuevo, una historia que ni siquiera llega a ninguna conclusión esperando tener una secuela que vemos muy difícil que suceda, tanto por los precedentes como por la escasa huella que deja.

Lamentamos pensar que Los feos no será la Los juegos del hambre que sale por primera vez de una plataforma de streaming porque Joey King hace lo que puede, pero no se puede enganchar a millones de espectadores a una saga con un primer paso que parece y se siente como un simple contenido más de una plataforma con un océano de propuestas. Cuando te ven el viernes y te olvidan el sábado no tienes segunda parte...