Vélez Sarsfield fue el gran ganador del fútbol argentino en los noventa, alzándose con la gloria tanto a nivel local como internacional. En 1994, el equipo de Liniers conquistó la Copa Libertadores por primera y única vez, derrotando al poderoso São Paulo en el estadio Morumbí, un logro histórico que marcó una época dorada para el Fortín.
Bajo la dirección del experimentado Carlos Bianchi, Vélez formó un equipo inteligente que supo combinar la experiencia de sus veteranos con la frescura de sus jóvenes promesas. La combinación perfecta de talento y estrategia les permitió afrontar cada desafío con determinación y astucia. Ese equipo, que se consagró como campeón de América, se convirtió en una leyenda dentro del club, escribiendo un capítulo inolvidable en su historia.
La final de la Copa Libertadores de 1994 fue un verdadero espectáculo de emociones. En el partido de ida, disputado en Liniers, Vélez se impuso por 1-0 con un gol de Omar Asad, aprovechando una falla en la defensa brasileña. La intensidad del juego, la pasión de los hinchas y la presión del equipo paulista crearon un ambiente electrizante en el estadio.
La revancha en Brasil fue un partido de alto voltaje. São Paulo, bicampeón defensor, buscó con todo la remontada, pero Vélez supo resistir con temple y disciplina. Un dudoso penal convertido por Müller niveló la serie, pero el arquero paraguayo José Luis Chilavert, una figura clave en el éxito del equipo, se convirtió en un muro infranqueable, atajando todo lo que le llegó. La definición llegó desde los doce pasos, y Vélez, con una actuación memorable de Chilavert, se alzó con la victoria por 5-3, conquistando la Copa Libertadores y escribiendo su nombre con letras doradas en el fútbol sudamericano.
El camino hacia la gloria no fue fácil. Vélez tuvo que sortear obstáculos en cada fase del torneo, enfrentándose a rivales de gran calibre. Superó el “grupo de la muerte”, donde compartió zona con Boca Juniors, Cruzeiro y Palmeiras, para luego vencer a Defensor Sporting de Uruguay en octavos de final, Minervén de Venezuela en cuartos de final y Junior de Colombia en semifinales. En cada uno de estos partidos, el equipo mostró su fortaleza, su garra y su talento, consolidándose como un verdadero contendiente al título.
La victoria en la Copa Libertadores fue el punto de partida de una época dorada para Vélez. Bajo la dirección de Bianchi, el equipo conquistó la Copa Intercontinental de 1994, derrotando al poderoso Milan de Italia, y logró dos títulos locales en el Apertura 1995 y el Clausura 1996. Además, se adjudicó la Copa Interamericana de 1996 y la Supercopa Sudamericana de 1997, reafirmando su dominio en el ámbito continental.
El ciclo de Bianchi en Vélez terminó en 1997, dejando un legado imborrable en el club. Su liderazgo, su visión estratégica y su capacidad para formar un equipo ganador forjaron una época memorable para el Fortín, que logró coronarse como uno de los equipos más importantes del fútbol argentino y sudamericano de la década del noventa.
El legado del Vélez campeón de 1994 trasciende el tiempo. Su historia es un ejemplo de determinación, talento y pasión, que inspiró a generaciones de jugadores y hinchas. Hoy, 30 años después de aquel histórico triunfo en Brasil, la gloria del Vélez campeón sigue viva, recordándonos que incluso en medio de las adversidades, el espíritu de lucha puede llevar a alcanzar la cima del éxito.