Sara Andrés, la 'profe robot' que busca la gloria en París 2024

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Sara Andrés, atleta paralímpica española, afronta sus terceros Juegos Paralímpicos en París con la ilusión de conseguir una medalla en salto de longitud y 100 metros T64. Descubre su historia, su lucha por la inclusión y su filosofía de vida: 'Cuidarse y disfrutar son claves para alcanzar el éxito'.

Sara Andrés, "profe robot" y estrella del atletismo paralímpico en París: "Hay muchos mensajes de 'cuanto más entrenes, mejor serás'. Pues no"

La madrileña afronta sus terceros Juegos Paralímpicos en los que competirá en salto de longitud y 100 metros T64, donde es subcampeona del mundo.

"Mira -nos señala al brazo mientras se le eriza la piel-, se me ponen los pelos de punta". La que habla es la atleta paralímpica Sara Andrés, quien, a pesar de la presión de los Juegos de París 2024, no puede evitar que la emoción la invada: "Me encantaría que las medallas tengan un trocito de la Torre Eiffel, pues ya es como... ¡Me quiero morir! Entonces ojalá tener ese trocito en casa".

Sara es una mujer que irradia energía positiva. Su sonrisa contagiosa y su humor ácido la convierten en una persona cercana y auténtica. No es casualidad que en su página web se describa como speaker motivacional... Un rato con ella resulta reconciliador. Tampoco hay tantos influencers que se muestren tan reales y sin filtros como ella en su cuenta de Instagram, donde tiene más de 37 mil followers y muestra sin tapujos su día a día y su sentido del humor.

"Yo lo hago porque soy así de payasa. En mi caso, enseño lo que quiero y lo que puedo en el día a día, mis bromas, mi actitud, y si eso le puede servir a alguien, genial, pero tampoco quiero ser un referente o verme como tal. Mi objetivo no es aleccionarte, ni enseñarte, ni mostrarte cómo me tienes que ver o tratar", cuenta a Relevo.

Por otro lado, a través de su trabajo de profesora, en el que es una verdadera influyente para sus alumnos de primaria, aunque ahora está de excedencia. "El deporte tiene una edad, pero puedo volver a ser profe cuando quiera", comenta. A pesar de la distancia, sus alumnos siguen de cerca sus logros a través de las redes sociales o en las visitas que les hace a su colegio madrileño. "Les encanta el deporte y yo creo que gracias a que me han visto también se han interesado por el atletismo". Atrás queda aquel primer día en el que les explicó que era deportista paralímpica… y también que tenía una discapacidad.

"Ya había ido a Río, había competido en el Mundial de Londres, y tenía miedo de que se enterasen por los medios de que yo no tenía pies. Que se lo contaran mis alumnos antes de que yo se lo contara… Y la verdad es que era la primera vez que se las iba a enseñar a mis alumnos, a mis prótesis", recuerda.

Y llegaron las divertidas reacciones de sus pupilos de seis años. "Hubo muchos que decían 'cómo mola, tenemos una profe robot', pero otros… 'Dios mío, qué miedo, no me quiero acercar a ti' -se ríe-. Hubo bastantes reacciones, pero al cabo de cinco o diez minutos ya era supernatural y lo entendieron superbien. Esa es la facilidad que tienen los niños de aceptar las cosas como vienen y de adaptarse a todo". La profe se convirtió en su superheroína… Porque, como en todos esos cómics, dibujos y películas que tanto les gustan a sus alumnos, todo empieza con una tragedia previa. En este caso, tan real como dolorosa.

En 2011, sufrió una doble amputación de sus piernas, por debajo de las rodillas, por un accidente de tráfico. Con 25 años tuvo que enfrentarse, de repente, a una nueva forma de vivir. "Claro, yo me enfrento a la discapacidad mucho más tarde que otros deportistas paralímpicos. Hay compañeros que la tienen de nacimiento y quizá lo tengan más asimilado. También es verdad que yo era una chica madura, tenía mi trabajo, tenía dónde apoyarme… pero al principio fue un shock, nadie se espera este tipo de cosas, y luego, cuando te enfrentas a ello, te das cuenta de que eres mucho más fuerte de lo que crees. O sea, hay gente que me dice 'ay, yo no podría'. Seguramente que sí, lo que pasa es que no te has visto en esa situación, y cuando te ves ahí te das cuenta de que lo que de verdad importa no es que te falten unos pies, la mano o la vista. Lo importante es disfrutar de las cosas que te gustan, estar con la gente que quieres, querer, ser amado... Eso no te lo da ni te lo quita unos pies".

Antes del accidente, siempre había practicado deporte. Karate, tenis, frontón e incluso hípica. Pero el atletismo no llegó a su vida hasta esa nueva normalidad. "La verdad que es como absurdo y contraproducente, ¿no? O sea, no tengo pies y hago el chiste y me digo '¡pero elige otra cosa, que sea de brazos!'", cuenta con su buen humor.

En realidad, su llegada al atletismo paralímpico formó parte de un proceso natural. Primero tenía que aprender a andar con sus prótesis. Después, como quería seguir haciendo deporte, aprendió a correr… Y sucedió el flechazo: "Ya está, ya he elegido mi deporte. Supuso un plus, una nueva puerta abierta con posibilidades que jamás había soñado, me completó un poco la vida, me dio la oportunidad de viajar, de conocer a otras personas, de competir fuera, de aprender la disciplina del deporte…".

Y a pesar de que no tuvo una preparación específica en el atletismo, Sara ha llegado a ser una de las mejores atletas del mundo en su categoría. En 2017 logró un bronce mundial en los 100 metros lisos en Kobe, y un año después se colgó la plata en el Mundial de París en la misma prueba, prueba que le ha llevado a sus terceros Juegos Paralímpicos a sus prótesis, sus terceros tras Río 2016 y Tokio 2020.

"Las neerlandesas son mis principales rivales porque trabajan muy duro y bien y además porque son muy altas -Fleur Jong mide 1,90 m mientras que la española mide 1'60-. Entonces, claro, cuanto más altas, mejor la zancada…. Yo, como soy chiquitita, intentaré hacer más frecuencia y correr más - se ríe, una vez más-.

Tras esa eterna sonrisa hay una persona que ha superado un cáncer de tiroides y otro de piel que casi le apartan de Río. "En mis charlas motivacionales sí que hablo de cómo he superado el cáncer de tiroides, de piel, pero en las redes no he contado mucho de ello", reconoce.

Y también, un amago de retirada: París llega después de un ciclo olímpico de reflexión que se inició tras Tokio. "Me tuve que tomar un tiempo de descanso para pensar si quería seguir, porque vine muy machacada mentalmente por los resultados".

No fue así. Cambió de entrenadora, ahora le acompaña Sara Montero y se ha reencontrado con el deporte.> "Empezamos con una actitud más de disfrutar, que de conseguir un objetivo. Yo creo que ese es el camino, el que tú estés a gusto y que disfrutes con lo que haces. Y es muy importante entrenar, pero queriendo... Hay muchos mensajes ahora mismo de cuanto más entrenes, cuantas más horas, mejor serás. Pues no, porque hay una parte del entrenamiento que es el descanso, ese entrenamiento invisible, que es el cuidado personal, el cuidado mental, el cuidado en la nutrición. Entonces, el que mejor lo hace es el que sabe equilibrar muy bien su parte profesional con entrenamientos de calidad y la parte personal de cuidarte y de rodearte de gente que te hace bien, rodearte de ese ambiente que también haga que desconectes del atletismo. A mí me funciona, con esas pautas sé que estoy en mi mejor forma, sé que estoy tranquila, feliz, y que estoy disfrutando de lo que hago: de correr".

Con esta felicidad contagiosa, Sara Andrés disputa sus terceros Juegos en busca de ese trocito de la Torre Eiffel.

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