El clásico de Avellaneda, el segundo partido más importante de nuestro fútbol después del Superclásico, pondrá en juego el orgullo, la historia y el humor de los hinchas en la semana. Es un lugar común: el derbi altera los ánimos para bien o para mal, pero este encuentro de la fecha 12ª de la Liga no debería modificar los proyectos de ambos.

Es una verdad futbolera que una goleada en contra en este tipo de partidos es un resultado sacatécnicos, pero es tan importante lo que están construyendo Racing e Independiente, en realidades totalmente opuestas, que lo que más está en juego esta tarde en el Cilindro es el honor.

La Academia lleva una década de crecimiento, que, con vaivenes, es positiva, aunque se espera un poco más: en cuartos de la Sudamericana, peleando la Liga Profesional, mientras que en el debe está la rápida eliminación de Copa Argentina y su desilusionante Copa de la Liga.

Independiente, se sabe, vive con lo puesto desde hace casi el mismo tiempo que su máximo rival ha crecido sin parar. Julio Vaccari intenta imponer una idea de juego, con resultados y una luz en el final del túnel.

Las luchas de cada uno están bien marcadas: Racing tiene que intentar coronar todo lo bueno que está haciendo, Independiente debe intentar que cada viento no se convierta en un huracán que le tire los cimientos que por ahora no están muy firmes…

Por eso, el partido de esta tarde tendrá condimentos desde la táctica, la cargada y quién termina con una sonrisa, dependiendo la chapa final. Los planes de las instituciones van mucho más allá de si la pelotita entra o no.