El FC Barcelona recibió este sábado al Athletic Club en la segunda jornada de LaLiga en el Estadio Olímpico de Montjuïc. El partido estuvo marcado por la emoción y la intensidad desde el primer minuto, con ambos equipos buscando la victoria. El Barça, con el nuevo entrenador Hansi Flick, buscaba hilar su segunda victoria consecutiva tras su debut exitoso en Mestalla, mientras que el Athletic, tras un gris empate ante el Getafe en San Mamés, buscaba un triunfo para comenzar con buen pie la temporada.

El encuentro comenzó con un dominio territorial por parte del FC Barcelona, que se adueñó del balón desde el inicio. Sin embargo, el Athletic, fiel a su estilo, apostó por la velocidad y el juego directo para buscar oportunidades en la contra.

La primera ocasión clara del partido llegó en el minuto 23, cuando Lamine Yamal, el joven extremo azulgrana, aprovechó un pase de Raphinha y definió con un potente disparo de zurda que se coló en la portería de Alex Padilla. El gol, que se produjo tras un error en la defensa del Athletic, puso por delante al FC Barcelona y desató la alegría en las gradas de Montjuïc.

El Athletic, lejos de amilanarse, reaccionó con rapidez e intentó buscar el empate. Sin embargo, el FC Barcelona, con un juego fluido y combinativo, seguía controlando el partido. El empate llegó en el minuto 41, tras una acción polémica que dejó a los aficionados con la boca abierta. Pau Cubarsí, defensor del Barça, cometió una falta sobre Alex Berenguer dentro del área. El colegiado, tras consultar el VAR, decretó penalti a favor del Athletic.

Oihan Sancet, el centrocampista del Athletic, se encargó de ejecutar la pena máxima. El jugador no falló y logró igualar la contienda a uno. El tanto del Athletic llegó en un momento de incertidumbre para los azulgranas, que se vieron obligados a buscar el segundo gol para volver a tomar la delantera antes del descanso.

El primer tiempo del partido concluyó con un empate a uno, dejando la emoción para la segunda mitad. Tanto el FC Barcelona como el Athletic se fueron al descanso con la sensación de que podían ganar el partido. La segunda mitad prometía un espectáculo apasionante y lleno de emociones.