La clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue un espectáculo inolvidable que combinó tradición, emoción y una dosis de Hollywood con la aparición estelar de Tom Cruise. El actor, conocido por sus acrobacias en la saga Misión Imposible, cumplió con las expectativas y protagonizó uno de los momentos más esperados de la noche.
En un segmento que combinó tomas en vivo y pregrabadas, Cruise recorrió las calles de París en motocicleta, ascendió a un avión y aterrizó en las colinas de Los Ángeles, culminando su viaje con una aparición frente al emblemático cartel de Hollywood, adornado con los anillos olímpicos. Las imágenes del actor en las colinas californianas fueron grabadas en secreto en marzo de este año.
La presencia de Cruise no fue la única sorpresa de la ceremonia. Red Hot Chili Peppers, la emblemática banda californiana, se presentó en vivo en la playa de Santa Monica, mientras que Billie Eilish y los raperos Snoop Dogg y Dr. Dre también se sumaron a la celebración en Los Ángeles.
En el Stade de France, sede de la ceremonia, se desplegó un espectáculo visual que combinó elementos tradicionales de los Juegos Olímpicos con toques contemporáneos. La interpretación de la Marsellesa por una orquesta en vivo, el desfile de los abanderados de las diferentes delegaciones y el apagado del pebetero en la Plaza de la Concordia fueron momentos memorables de la noche.
La transición a Los Ángeles fue un momento destacado, con el cartel de Hollywood como telón de fondo, un recordatorio del paso de la antorcha olímpica a la ciudad californiana para los Juegos de 2028. La aparición de Tom Cruise en este segmento fue un guiño a la tradición cinematográfica de Hollywood y una señal de las grandes expectativas para la próxima edición de los Juegos Olímpicos.
La clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue un espectáculo lleno de emoción, color y un toque de Hollywood. Tom Cruise, con su aparición inesperada y su capacidad para llevar la acción al límite, se convirtió en una figura central de la celebración, dejando una huella imborrable en la historia de los Juegos Olímpicos.